El perro sin plumas
El perro sin plumas
I - La ciudad es atravesada por el río
como una calle
es atravesada por un perro;
una fruta
por una espada.
El río a veces parecía
la mansa lengua de un perro,
a veces el vientre triste de un perro,
a veces el otro río
de acuoso paño sucio
de los ojos de un perro.
Aquel río
era como un perro sin plumas.
Nada sabía de la lluvia azul,
de la fuente de color de rosa,
del agua de la copa de agua,
del agua del cántaro,
de los peces de agua
de la brisa en el agua.
Sabía de los cangrejos
de lodo y herrumbre.
Sabía del barro
como de una mucosa.
Debía saber de los pulpos.
Sabía seguramente
de la mujer febril que habita en las ostras.
Aquel río
nunca se abre a los peces,
al brillo,
a la inquietud de navaja
que hay en los peces.
Nunca se abre en peces.
Ábrese en flores
pobres y negras como negros.
Ábrese en una flora
sucia y más mendiga
que los mendigos negros.
Ábrese en mangles
de hojas duras
y rizos como un negro.
Liso como el vientre
de una cachorra preñada,
el río crece
sin reventar nunca.
Tiene el río un parto
invertebrado y fluente
como el de una cachorra.
Y nunca lo vi hervir
(como hierve el pan que fermenta).
En silencio,
el río carga con su fecundidad pobre,
grávido de tierra negra.
En silencio se da:
en capas de tierra negra,
en botas o guantes de tierra negra
para el pie o la mano
que moja.
II - Porque en el agua del río es
donde ellos se pierden
(lentamente y sin dientes.)
Allí se pierden
(como no se pierde una aguja.)
Allí se pierden
(como no se rompe un reloj.)
Allí se pierden
como no se rompe un espejo.
Allí se pierden
como se pierde el agua derramada;
seco el diente seco
con que de repente
en el hombre se rompe
el hilo del hombre.
En el agua del río,
lentamente,
se van perdiendo
en fango; en un fango
que poco a poco
tampoco puede hablar:
que poco a poco
asume los difuntos
ademanes del fango,
la sangre de goma,
el ojo paralítico
del fango.
En el paisaje del río
es difícil saber
dónde empieza el río;
dónde empieza
en el río el fango;
dónde la tierra
empieza en el fango;
dónde el hombre,
dónde la piel
empiezan en el fango;
dónde empieza el hombre
en aquel hombre.
Difícil es saber
si aquel hombre
no está ya
más acá del hombre;
más acá del hombre
capaz al menos de roer
los huesos del oficio;
capaz de sangrar
en la plaza;
capaz de gritar
si la muela le tritura el brazo;
capaz
de tener la vida triturada
y no únicamente
disuelta
(en aquel agua blanda
ablanda los huesos
como ablandó las piedras.)
(Fuente: Hugo Toscadaray)
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