lunes, 3 de mayo de 2021

Augusto Munaro (Buenos Aires, 1980).

 

 

EL BAILE DEL ENLUTADO



 

¿Donde son?

¿quien estoy?

¿donde soy?

½ olvidao y sin razón

bvo hasta bufar en lengua

alcohol: espíritu en fuga

 

***

si tomo, la cabeza la tengo distinta

                                               (se me escapa)

si tomo, el bocho se altera: salta de acá

                                               para

                                                                                  allá

si tomo, las voces bailan un popurrí,

sobrevolando, así -salsa criolla- las zonas

                                                                bajas

si tomo, como hoy, oh sí, my dear,

os prazeres de

estar puesto…

 

***

pasando el zanjón del Riachuelo, del

otro lado de la City

en ese hilo confuso de voces e imágenes:

estoy yo (me, myself & I), ¿cuándo no?

ensimismado entre ginebras y un poster de Geniol

dialoguitos desdoblados, donde cada voz me reprocha, ¿no?

-¿y augustito?, ¿aún el pescado sin vender?

y el otro yo, ahí nomás,

-¿no ves que tiene un peludo que ni ve?, chupa que da calambre …

¡linda santísima trinidad la mía!

birra, ginebra y vino….

ding dong,

ding don-dong;

la música del pedolón

-otro doble s'il vous plait… (“carajo-mierda”)

            y suelto el vaso: ¡cling!

 

***

y en este estado de errancia mental me encuentra julia & flia

qué hijjjjo d pú…!, ¡la puta que te parió! –dice con su voz atronadora

y con mis 3 yos me explico, le explico, así, ½

a los

tumbos, ¿vio don dotor?

que yo necesito-exijo (es mi derecho, caramba)

del escabio

-Callate borracho ´e mierda

me agarran entre 3 y en la calle de vuelta,

de 1 salto:

              ¡hop!

mi tío, sombrío y severo,

mi mujer pervertida y audaz (con su amante, jamás conmigo)

mi primo alcahuete y huevón

tan contrario a mis prójimos

                                    me dejo

                                                           arrastrar

                                                                        y

                                                                        arrastrar

como la fragata Libertad por los mares

enlutados de un negro atroz (pourquoi?)

uno de cada brazo me llevan, ahora,

como locomotora –entre rieles:

-chúcu-chucu-chuuuuuú… -digo

como canas fachos (“documento sr… está detenido”)

y yo los miro, a los pobres desgraciados –y pienso-

y no, no entienden ni j

 

(Del libro El baile del enlutado, 2017)

 

 

 

 

Al Nasar Cinema

 

a veces los amigos

otras con familiares

 

1 única sala,

hasta 3

funciones

per day

 

un estacionamiento arenoso, en un suburbio sucio

y alejado /algo ominoso

(rara vez veíamos occidentales: a ese precio, ni a palos)

 

no importaba, algún adulto nos arrimaba

              a la puerta del cine y pasaba a buscar

al término de la función –expeditivamente

                                                        puntuales

 

a Dhs. 20, la entrada –venta x antelación (una planilla

tachada con birome azul, parece que la veo)

-“balcony; última fila al ½”  -el mejor asiento posible

 

la ceremonia era ya

un rito para nos.

 

cierro los ojos y vuelvo

            (entre árabes e hindúes verborrágicos: shhh!)

se apagan las luces y

la pantalla ENORME comienza

a embrujar nuestra imaginación:

 

braveheart/ the shadow/

terminal velocity/ casino/

ransom/ the english patient/

mars attacks!/ liar, liar/

the frighteners/ twister

 

buena parte del adn de

1 imaginación se fundió ahí,

en esa sala oscura entre luces

& un                zoom continuo

de asombro

 

cierta noche, c armó una trifulca en

el estacionamiento. unos filipinos c agarraron

a las trompadas. volaron las chancletas, y tuvo

que intervenir la yuta

entre putas rusas y un gentío mirón,

nos escabullimos:       dimos a la fuga

ya nada nos importaba

habíamos huido con nuestro motín:

                        la experiencia del estreno

          /éramos/jeques/felices

 

hará cosa de diez años que el viejo

Al Nasar (templo de la felicidad)

se prendió fuego

 

            según Google Maps, un predio vacío

                                                usurpa el sitio

 

(Del libro Incrustaciones dubaitíes, 2019)




(Fuente: La biblioteca de Marcelo Leites)

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