sábado, 22 de julio de 2023

Rafa Segura (Buenos Aires)

 

3 poemas de EL EMOCIONALISMO ES INGRATO

 




La luz

 

La luz, la luz, la luz…

La oscuridad se cierne sobre la luz.

La luz nos alumbra sobre la oscuridad y nos calienta de ella.

 

La luz tiene dueño y nosotros somos los dueños de la oscuridad.

La luz viene del cielo, del suelo de la tiniebla.

La luz oscura domina la parte sombría de la luz.

 

Con el frío, la luz sube.

Con el calor, la luz sube.

Cualquier otra luz queda prohibida.

 

El valor del precio

se lo dejamos a los iluminados,

que el día acabará pronto,

y las negras estrellas

y la luz de la opacidad

proliferan.

 

Una mano universal mece la bombilla portadora de nuestra luminosidad.

Pálidos rostros buscan un rayo de esperanza.

 

La luz, la luz, la luz.

 

Justo al lado de la factura del agua.



Admiraciones mutuas

I

 

¿Cómo será ser diestro con las herramientas que se tengan a mano?

¿Cómo será devaluar al diferente con consciencia y decisión y sin remordimiento?

Y no tener fronteras en un mundo fronterizo.

Y llamar a los adversarios tontos y que ellos nos llamen malos. ¿Te imaginas?

Hacer poesía con el eufemismo, sonar diplomático, tener eficacia máxima, abolir las reuniones eternas.

Apelar a la normalidad y al sentido común; y al sueño de la prosperidad y la calma.

Y acariciar un cóndor como mascota.

Juguetear con ese pájaro en peligro de extinción, ese bicho con pezuñas adaptadas para la sujeción de la carroña. Darle publicidad alternativa y apadrinarlo.

Amenazar en pos de lo amenazado y decreciente, rizar el rizo de la verdad por conveniencia.

Mandar limpiar a otro la mierda de la jaula.

Y tener un mundo y una ropa hechita a mi medida.

Distribuir mis gustos por las románticas cordilleras.

Y arrodillarse, solo, ante los tipos de interés.

Invertir todo mi tiempo en batallas de diferente índole, causantes de la deflación de las cosas. De MIS cosas.

Charlar sobre tendencias positivas. Buen humor, buena comida, buenos viajes, nada de interés real negativo.

Darle una vueltita al vocabulario de todos. Todo provecho, todo utilidad, todo rédito.

Y darle un traguito al café y no probar ni las pastas.

Sentir el bullir de la condensación debajo de mi traje, con mi corbata amarrando mi vapor interno como una brida sin retorno.

Ser siempre superior a cero.

Y, ¿cómo será que los riesgos no sean laborales?, sino parte de un balance con posible ganancia, con oportunidad, siempre encaminado hacia las estrellas.

¿Cómo será esquivar la palabra usura sin más acción que la adquisición de acciones? Sin más actividad que para los activos. Sin problemas de liquidez, sin sudoración excesiva.

Que el tesoro de la felicidad sea a base de bonos.

Ver la industria como una inversión. Reanimarme en la economía en los momentos de depresión y anticiclo. Con buena cara, con generosidad.

No tener otro ídolo central que el bancario, con su aire acondicionado puesto a toda ostia.

Y preguntarme: «¿De verdad lo de pasar hambre existe?, ¿no es un mito?»

Y comerme unas cerezas ahora mismo, de las buenas.

Y pelearme con los otros, cocinando un sabroso plato de separatismo, feminismo, comunismo y gloria nacional. Con palabras clave para la renta per cápita de las imaginativas masas.

Y cumplimentarlo todo con extravagancias alquímicas, provocando para bien, provocando para mal. Provocando.

Convencer a quien me odia. Polarizar lo simple, respirar. Resumir al oponente y besarlo en la frente antes de liquidarlo o despedirlo.

Venderse fresco y modernito. Conservarse, aunque sea transgrediendo.

Sembrar mentiras irreversibles, mezclarlo un poquito todo: reacción con revolución, marca con personalidad, rutina con sueño, mentira y verdad; y llegar siempre más lejos, aunque sea creando nuevos problemas.

Y alcanzar la cota máxima de la lógica imperante siendo inteligente con la masa de la ignorancia.

¿Cómo será ser actual y triunfal, antiguo y clásico; esquiar e ir a la playa?

Tailandia debe ser un país precioso.

¿Cómo será la motivación de un dirigente? ¿Cuál será su compromiso con la rectitud? ¿Cuáles sus mundos ideales?

¿Con qué actitud se levantará un mandatario cada mañana?

¿Cómo llevará el «me sabe muy mal, pero me vienes muy bien» en sus sueños y en sus nueve horas de descanso?

Ver el mundo como una guerra en la que quieres ser ganador.

Ver en la naturaleza una batalla intrínseca a la especie.

Me miro al espejo y me dejo arrebatar por una explosión de empatía.

¿Qué estarán haciendo ellos en este mismo momento?

¿Cómo será canalizar la identidad de esa otra forma?

¿Y qué pensarán ellos, en subjuntivo, de nosotros?

Si se viesen en mi tesitura, ¿cómo me caricaturizarían?

Suspiro nostálgico por un tiempo incierto y me miro una última vez al espejo, antes de ponerme manos a la obra. 

 

II

 

¿Cómo será ser la mano no hábil?

¿Cómo será agarrar la cuchara con la siniestra destreza?

Y levantar la otra mano para opinar. Y cumplir la ley del consenso.

¿Cómo será estar siempre peleándote por principios?

¿Cómo será dividirse por matices?

Y llamar a los adversarios malos y que ellos nos llamen tontos sucios. ¿Te imaginas?

¿Con qué soñarán?

¿Cómo de plácidos y sincronizados se encontrarán en el camino del Tao?

¿Descansarán por las noches?

¿Cómo será ver problemas en todo?

 ¿Y cómo propugnar siempre cambios estructurales?

Debe ser muy curioso tener una rutina en un sistema que no está hecho para ti, sino en base a ti.

¿Cómo será no emparejar electoralismo con democracia?

¿Cómo llevarán que nunca les salgan las cuentas?

¿Cómo sería no saber muy bien qué hacer ni aunque ganasen?

Y que en los pueblos no les voten, y que sus abuelos ya no se los crean.

Que entrevean solo las cabezas de la hidra en el escrutinio. 

¿Qué graduación de vista portarán en sus lentes de vana esperanza?

¿Te imaginas participar, aunque sea un rato, en la insurgencia? Con su extrema equidad y su ultra igualdad, a régimen voluntario.

¿Cómo será eso que proponen algunos?, ¿cómo será su estado sin vivir en un Estado?

¿Qué simpática modalidad escogería yo?, ¿la reformista o la revolucionaria?

¿Cómo será tener clasificaciones teóricas para todo?

¿Cómo será definirse a partir de lo que no se es?

¿Cómo será no tener referentes claros?

¿Cómo será tener tan presente el sufragio pero olerlo tan poquito?

Me atribuiría todas las desgracias ajenas a pesar de mis pocos privilegios.

Me colocaría del lado del oprimido, sin lugar a duda, ante la opresión; aunque ello significase hacer tapón a los desheredados.

¿Cómo será el juego con posibilidades no truncables?

¿Cómo será portar ese estilazo a veces tan anticonstitucionalista?

Ir a un festival de música comprometida y ponerse hasta las trancas.

¿Te imaginas saltando una valla? ¿Colando bebida en un recinto por no poder pagarla?

¿Te imaginas dejarse embaucar por el frenesí de una batucada?

¿Te imaginas tocando una rasta?

¿Cómo será ahorrar espacio? Acampar en una quechua, tener una cama nido.

¿Cómo será salir a tirar la basura con un sentimiento ecologista?

¿Cómo será ir de triste por la vida con el estatus de víctima?

¿Cómo será tener una brújula en el centro?

¿Cómo pensar que todos mienten menos tu candidato?

Y toparse con la suciedad latente, con la lentitud del consenso, con lo utópico en los libros, con el horizonte a contracorriente.

¿De dónde sacarán la imaginación anticapitalista?

Y comerse una buena hipoteca, y un máster no económico, y un finde de libertad pautada, y una evasión lo suficientemente cara.

¿Cómo será comer en una de esas cantinas de mierda?

¿Cómo emparejarse los calcetines?

¿Cómo será tener razón pero ser ridículo?

¿Cómo será ser inteligente pero tonto?

¿Cómo será intentar ser militante en un mundo conquistado por nosotros?

¿Cómo será el agua en la sequía de la honestidad?

¿Cómo será creerse lo que se dice?

Por un momento me parece sentir un hormigueo eufórico y transformador en mi interior.

Pero espera, no, no. Era una ilusión. No tengo ni idea de lo que hablo.

La izquierda es lo que casi todo el mundo es pero nunca gana.

La decepción con treguas, el compromiso a mano, la suma de resignaciones. El tirar palante.  

La izquierda es cuando algo bueno te espera. O cuando, al menos, eso crees.

Me miro al espejo y me dejo arrebatar por una explosión de empatía. Pero no siento nada.

¿Qué estarán haciendo ellos en este momento?

¿Qué cosas se preguntarán?

¿Cómo será canalizar la identidad de esa otra forma?

¿Y qué pensarán ellos, en subjuntivo, de nosotros?

Si se viesen en mi tesitura, ¿me caricaturizarían?

Suspiro nostálgico por un tiempo incierto y me miro una última vez al espejo mientras me repeino todo para atrás. 


 

 

 

El parado

 

Enfado perpetuo, duración alquímica,

 misticismo biológico.

Soledad pegajosa, menú que no te acaba.

Injusto sentir, viscosa desidia.

Vampiro del amanecer

(una vez más [y en batín] y al medio día).

 

Largo invierno, pena en vena.

Sobrepasado lado malo

del ying y el yang latente.

Latiente arpegio

de los vecinos moviéndose.

Una serie en serie, pero sin alma.

Las plantas sin regar.

No tener tiempo para nada

menos que para morir

durmiendo.

 

Mañana haré el gran plan trivial

de comprar el pan

o revitalizar mi curriculum.

Mi calidez murió en la guerra.

 

Mañana o al otro

me armo de valor

y llamaré al butanero.

Pero, ¿de dónde saldrán

tantos mosquitos?

Ruidos en el bar de abajo,

una paloma en mi barandilla,

un pedo como detonante

emocional del día.

«Mañana madrugo»,

le digo a Dios.

Pero Satán me lía

con la nada cada noche.

Indiferencia insustancial del despertador.

 

Malvivir de siesta en siesta,

olor a pan tostado.

Ambientazo que revienta enchufes

con la presión atmosférica de la energía.

 

«Al menos tengo más tiempo libre»,

me digo

mientras limpio mi casa

con parsimonia.

Los horarios de limpieza

como un acto relevante

en el antes y el después de Cristo.

 

Nuevos productos súper innovadores

en mi supermercado de confianza.

La fiesta arruinará mis pobres ahorros

pero haré amigos.

 

¿Cuánto más aguantara la entropía

de mi burbuja de mala suerte?

¿Hasta qué día del contratiempo

aguantará mi subsidio?

¿En qué me equivoqué?

Aún recuerdo mi desfase rutinario,

mis humildes lujos, mi notaza universitaria.

 

Le pondré una colcha más

al castañear de mis dientes.

Los niños salen del cole, en otoño,

cuando yo me levanto un martes.

 

Horas intempestivas

de mi cuchara contra el plato,

niebla del letargo,

maldita sea la vida

del otro.

 

Desrutina de mis vicios,

superstición en el espejo,

sobresalto por la prisa ante la nada.

 

Nadie conquistó el mundo

a las dos del mediodía.

 

Descansada y perfecta mierda,

té con canela,

sabor tropical,

«igual hoy me curro unas lentejas».

 

¿Por qué no decir que no

a todo?

 

Madriguera aromatizada, tabaco triste.

Principios de la sanidad extrema

llevados a la escasez de nutrientes esenciales

para la supervivencia.

 

Juraría que estoy enfermo.

Vivo pero inerte, como un bebé,

como un condenado.

 

Nueva gama de productos de cosméticos,

con la capacidad de emocionarme total

y absolutamente.

 

¡Mañana (nunca)

me haré

con ese nuevo libro de poesía!

 

El futuro y los festivales me desbordan.

Mi ascensión me inspira, mis sueños aguardan.

 

Me gustaba cómo solía ser,

cómo era todo antes.

 

Tos inmanente.

Catarro eterno,

palo de ciego.

 


Rafa Segura. El emocionalismo es ingrato. Ed. La Consentida, 2023

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

 

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