DOS SONETOS DE LA PRIMAVERA VEZ
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Y más allá de cuanto el sol propone
la verdad reivindica su oleje;
no quiero hablar, no quiero ya otro traje
más que el que tu atrevida voz me pone;
no hay sombra que en tu rostro no emocione,
no hay para el mar ajeno maridaje,
no hay detenida luz, y no hay lenguaje
que en tempestuosa calma desentone:
son las olas del tiempo emocionadas
que rompen suavemente al aire puro,
limpia revolución de las miradas,
son la voz primeriza que en lo oscuro
traza la forma que las alambradas
arrumbará, cargada de futuro.
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A JOSÉ BLANCO
Ya veo, José, amigo, que estás bien
dispuesto a caminar. De eso se trata.
El que se queda quieto es quien se mata,
hay que vivir el mínimo vaivén.
Yo, por mi parte, creo que también
me muevo, vale más meter la pata
que quedarse a mirar cómo nos ata
la soga al cuello algún que otro desdén.
Seguir el río de la tinta es bueno,
desembocar es siempre la tarea,
hasta el dolor se vuelve más ameno.
Y después, el sabor de la marea,
y las olas vitales de lo ajeno,
y seguir como siempre en la pelea.
Javier Aguirre Ortiz
La primavera vez
Editorial Nagauros
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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