APUNTES A CORO EN LA PENUMBRA -fragmentos-
65
Un hombre cualquiera está agonizando en alguna parte del mundo. Ni un alma le acompaña.
Y no existe nadie, absolutamente nadie, a quien le importe su total desaparición. ¿O acaso pensaba usted en algo distinto?
87
Sólo pensar en el dinero no es tener los días contados, sino los billetes
91
No creer en nada es cerrar con llave la puerta del corazón
100
Sabio es el juez que libera de cargos al ladrón que se roba a sí mismo
107
Hacer el amor es producirle cosquillas al tiempo
145
El pesimista lee los periódicos al revés
168
Estamos viendo la tele. Nuestros acompañantes se dan cuenta de que miramos el aparato sin ningún interés. “¿Qué hacéis?”, cuestionan sobresaltados.
“Observamos una pantalla con imágenes oscuras, casi negras, totalmente muertas”, respondemos de forma maquinal. “¡Pero nos encanta observar la nada y no pensar!”, agregamos imperturbables. Hacer trabajar la mente produce trastornos psíquicos irreversibles, a día de hoy.
182
Hoy celebramos nuestro cumpleaños. No hay mucho que festejar, porque sabemos que hemos agotado nuestros días y que la Parca nos acecha. Sin embargo, hacemos terapia para que no nos pese el tiempo transcurrido. Hasta aquí hemos llegado; cambiemos el mal ánimo por el optimismo. En estos años que nos quedan todavía (presumiblemente), debemos esperar un milagro: hacernos con el móvil de la más avanzada tecnología y llegar a dominarlo, o aprender a enviar whatsapps en un tiempo récord. ¡Ah, qué placentera sería entonces la vida que nos resta! ¿O nos estamos equivocando en nuestros vaticinios y nos dejamos llevar por la obsesión compulsiva de la dócil camada?
190
Hace ya muchos decenios que nos obligaron a continuar por este camino que hoy cubrimos. No hay marcha atrás, sólo seguir adelante. Ésa era la misión. Y seguimos, seguimos y seguimos…
Y cuando solucionemos el problema que nos habían encomendado, por fin seremos libres de vientos y mareas, con la satisfacción de haber cumplido el compromiso adquirido en el momento, único e irrepetible, más quintaesenciado de la vida. ¡Sin lugar a dudas!
Nueva entrega de Rafael Alcalá, donde sigue la estela de la brevedad, condensada esencia, con toques de ironía y ternura, e incluso brotes de crítica social. Breves y atinados suspiros poéticos, en la línea de los que ya pudimos disfrutar en su hermoso libro de greguerías. Deliberado cajón de sastre, apartado de las medidas y formas oficiales, alejado de los formatos más repetidos. Distanciado de lo convencional, buscando en la literatura un refugio de papel y alegría frente a la cercana muerte, que ya se vislumbra. La hoja en blanco como gozoso escondite, provisional, frente al absurdo devenir humano. El volumen está dividido en tres partes: "Reflexiones aforísticas, que condensan una particular visión del mundo, llena de desesperanza y derrota, compensados con unas gotas de afecto y esperanza. Píldoras de maestría concentrada. Las dos partes restantes: "Reflexiones sombrías" y "Reflexiones De Profundis" muy diferentes entre sí, son el verdadero cajón. Reunión de textos muy distintos en extensión, temática y tratamiento, pero siempre rezumando la personal visión del autor; poética desesperada, con un pellizco de ternura por sus semejantes. Libro muy personal, de profunda madurez, que invita a una serena lectura.
Manuel Varo
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