Después de la orgía
Cuando, llena de su embriaguez, se durmió, y se
durmieron los ojos de la ronda,
me acerqué a ella
con disimulo.
Me arrastré hacia ella insensiblemente como el sueño;
me elevé hacia ella dulcemente como el aliento.
Besé el blanco brillante de su cuello; apuré
el rojo vivo de su boca.
Y pasé deliciosamente mi noche con ella, hasta que
sonrieron las tinieblas, mostrando los blancos dientes
de la aurora.
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(Fuente: Gerardo Gambolini)
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