domingo, 23 de julio de 2023

Mia Kang (Hong Kong, 1988)

 

Rea Silvia enterrada viva

 

Un cuerpo entero se convierte en una nadie.

Una nadie se convierte en un cuerpo de tierra.


Yo era un cuerpo sujeto a reglas

con renglones del ancho suficiente para escribir entre ellos.


Virgen, amante, madre, muerta.

No importa cual versión sea verdad.


Marte le acaba adentro y el cuerpo se llena

de otro cuerpo, después de otro y otro más.


Marte le acaba adentro y el cuerpo de cera

se derrite al contacto con el bronce.


Donde hubo un beso, el barro

llena la cavidad. Donde había palabras, tierra.


Sucede gradualmente. ¿Quién me cava

la tumba? Una orden temprano a la mañana.


Estoy de pie en el punto más bajo.

Cavar es ésto: Hacer bajar


la tierra en relación consigo misma. Un hueco

transforma la superficie circundante:


Todo esto que ahora ves

es sólo una versión, dice el hueco.


El cuerpo entero se endereza

en la fosa. Unas manos de hombre me bajan


de espaldas. En ninguna versión

pido otra cosa: soltame,


dice el cuerpo agüjero. Cierro

los ojos a contraluz.


Recibo una bendición

de barro. Recibo incontables bendiciones

en todas partes: tobillo, rótula, cadera.

Yo me puedo torcer como cualquiera hasta que el barro


ya pesa demasiado y me acostumbro

a estar quieta. Lo último es la cara:


boca, nariz, ojos. Un cuarpo tarda

en aprender; todavía trata de respirar.


Hasta el barro se vuelve

inmaterial, dado que los pulmones sólo


entienden de faltas, Suspirar

a la espera del alivio.


Ese es el cuerpo entero

enamorado. Muero, muero, muero. Fui


un cuerpo sujeto a reglas, con renglones del ancho

suficiente para ponerme


firme. Fui la nadie de Marte

hasta que sin arreglo me descarté yo misma.


  

    Traducción de Ezequiel Zaidenwerg






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