Rea Silvia enterrada viva
Un cuerpo entero se convierte en una nadie.
Una nadie se convierte en un cuerpo de tierra.
Yo era un cuerpo sujeto a reglas
con renglones del ancho suficiente para escribir entre ellos.
Virgen, amante, madre, muerta.
No importa cual versión sea verdad.
Marte le acaba adentro y el cuerpo se llena
de otro cuerpo, después de otro y otro más.
Marte le acaba adentro y el cuerpo de cera
se derrite al contacto con el bronce.
Donde hubo un beso, el barro
llena la cavidad. Donde había palabras, tierra.
Sucede gradualmente. ¿Quién me cava
la tumba? Una orden temprano a la mañana.
Estoy de pie en el punto más bajo.
Cavar es ésto: Hacer bajar
la tierra en relación consigo misma. Un hueco
transforma la superficie circundante:
Todo esto que ahora ves
es sólo una versión, dice el hueco.
El cuerpo entero se endereza
en la fosa. Unas manos de hombre me bajan
de espaldas. En ninguna versión
pido otra cosa: soltame,
dice el cuerpo agüjero. Cierro
los ojos a contraluz.
Recibo una bendición
de barro. Recibo incontables bendiciones
en todas partes: tobillo, rótula, cadera.
Yo me puedo torcer como cualquiera hasta que el barro
ya pesa demasiado y me acostumbro
a estar quieta. Lo último es la cara:
boca, nariz, ojos. Un cuarpo tarda
en aprender; todavía trata de respirar.
Hasta el barro se vuelve
inmaterial, dado que los pulmones sólo
entienden de faltas, Suspirar
a la espera del alivio.
Ese es el cuerpo entero
enamorado. Muero, muero, muero. Fui
un cuerpo sujeto a reglas, con renglones del ancho
suficiente para ponerme
firme. Fui la nadie de Marte
hasta que sin arreglo me descarté yo misma.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg
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