Para siempre
A tientas en una nube de humo, sigo la raya que en el suelo del jardín deja un caracol hasta el muro de piedra. Al final, de cuclillas, me fijo lo que hay que hacer y, de repente, me adhiero a la piedra húmeda. Empiezo a mirar lentamente alrededor y a escuchar, utilizando para ello mi cuerpo entero como el caracol utiliza el suyo, relajado, pero alerta. ¡Atención! Esta noche es un hito en mi vida. Después de esta noche, ¿cómo podré volver a mi vida anterior? Mantengo los ojos fijos en las estrellas, les hago señales con mis antenas. Bien sujeto durante horas, descansando sin más. Más tarde, la pena comienza a gotear en mi corazón. Recuerdo que mi padre está muerto, y que me voy a ir pronto de esta ciudad. Para siempre. Adiós, hijo, dice mi padre. Casi al amanecer, bajo y deambulo hacia casa. Todavía están esperándome, el espanto aletea en sus rostros al encontrarse con mis nuevos ojos por primera vez.
(Fuente: El hombre aproximativo)
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