sábado, 22 de julio de 2023

Blanca Varela (Perú, 1926 - 2009)

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puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que el aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama
 


CANTO VILLANO
 

y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
 
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
 
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
 
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
 
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
 
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
 
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
 
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
 
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
 
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
 
 
 

Es más veloz el tiempo

 
estar en algo
alguna vez o siempre
piedra animal hombre
historia de un color
sombra veloz en mi pecho
el tiempo
el tiempo me acosa y me desdice
pregunto
en el aire escribo
con mi lengua escribo
con mis manos y pies escribo
con mis ojos
 
el amor
una ola enemiga me derriba
junto palabras contra palabras
no creo en nada de esta historia
y sin embargo cada mañana
invento el absurdo fulgor que me despierta
el límite de sombra
la conciencia
la trampa original
el sol arriba
la tierra abajo
al centro el viejo gesto
de un árbol que me agrede
con la inocencia de los árboles
la canción
que atraviesa la nube
las cosas
caminan bellamente hacia la muerte
la hora se deshace sola
lejos de todo
fulgor y destrucción
aire en la grieta
o grieta en el aire
ni piedra ni animal ni hombre
 
la flor señala el crimen
con callado rubor
 
nadie ni el mismo tiempo
se atreve a interrumpir al tiempo



Lección de anatomía
 

más allá del dolor y del placer la carne
inescrutable
balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos
colores
 
la carne convertida en paisaje
en tierra en tregua en acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en abrasadora sospecha
en océano
en animal castigado
en evidencia y en olvido
 
viendo la carne tan cerrada y distante
me pregunto
qué hace allí la vida simulando
 
el cabello a veces tan cercano
que extravía alojo en su espesura
las bisagras silenciosas cediendo
lagrimeando tornasol
y esa otra fronda inexplorada
en donde el tacto confunde
el día con la noche
fresca hermosa muerte a la mitad del lecho
donde los miembros mutilados retoñan
mientras la lengua gira como una estrella
flor de carne carnívora
entre los dientes de carbón
 
ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del amor
saciándote saciándose saboreando el ciego bocado
 
los mondos los frágiles huesecillos del amor
ese fracaso ese hambre
esa tristeza futura
como el cielo de una jaula
la tierra gira
la carne permanece
cambia el paisaje
las horas se deshojan
es el mismo río que se aleja o se acerca
tedioso espejo con la misma gastada luna de yeso
que se esponja hasta llenar el horizonte
con su roñosa palidez
 
merodean las bestias del amor en esa ruina
florece la gangrena del amor
todavía se agitan las tenazas elásticas
los pliegues insondables laten
 
reino de ventosas nacaradas
osario de mínimos pájaros
 
primavera de suaves gusanos agrios
como la bilis materna
 
más allá del dolor y del placer
la negra estirpe
el rojo prestigio
la mortal victoria de la carne
 
***
 
(Fuente: Cecilia Pontorno)

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