POR EL CAMINO DE LOS CAMPESINOS
¿Si puede mejorar las cosas el señor Presidente...?
Sí, pues quién sabe
que todo el que entra ofrece el mundo y el otro
pero nada mejorará para uno el campesino.
¡Qué va!
Siempre estamos caídos, como palomos sin dueños
viene un gobierno y otro, vea,
y por las mismas condiciones pasamos
trabajamos y vamos a trabajar materialmente
y ganamos los dos veinticinco,
apenas alcanza para un poquito de sol.
¡Hasta ahí!
No alcanza ni para sostener la familia, ay mamita,
ni para varias cosas.
Tenemos que trabajar nosotros,
con lágrimas y todo, no se crea,
si acaso nos dan terrenos
para trabajar, pero no nos dan
ahí estamos con filos brazos cruzados
porque no tenemos fondos.
Así como estamos, estamos como un perro
que nos ofrecen todo
y en resultadas cuentas no tenemos amparo.
¡Y usted, dígame!
Uno sin amparo, sin petate en qué caer muerto,
ni el ministerio que es el ministerio.
¡Así nos dicen!
allá vamos a tal hacienda los muy babosos
¡Ave maría purísima!
que vamos a ir a ver los tareyones que le dan
a uno
o matarlo más de los dos veinticinco que le dan
mantenimiento. Va uno a quejarse al ministerio
el que trata todo eso del trabajo
sólo le dicen vamos a ir
pero como están pagados no vienen.
Si dicen van a ganar tres veinte los campesinos
una planilla la hacen por sueldo del ministerio
y otra es la que le pagan a uno por dos veinte.
Yo creo que mi país es muy pobre
para cumplir tanta pobreza
porque aquí si va a ir a varios rincones
va a ver niños que a usted en sanidad le dan lástima.
Así, lo que le toca a uno es que haya trabajo,
darse por entero al trabajo para que al hijo
no le falte comida.
¡Ah, vea, si uno tiene el poder, las armas!
Eso sería otra cosa, ¿comprende?
En: Saúl Ibargoyen y Jorge Boccanera
Poesía rebelde en Latinoamérica (1978)
México: Editores Mexicanos Unidos, 1979, pp. 176-177
(Fuente: Óscar Limache)
No hay comentarios:
Publicar un comentario