SIN CONMISERACIÓN
Sin conmiseración salimos del banquete ruidoso
y entramos en la noche, y al partir dejamos
un temblor en las memorias de los hombres, tenue y dulce
los tonos de la voz, el contacto de la mano amada,
perecen y de la tierra, uno a uno, se desvanecen:
mientras, la multitud, en el salón del canto,
aplaude al nuevo intérprete. Tal vez uno
se demora, un último superviviente,
y sonríe, y en su corazón antiguo evoca
a los olvidados hace tiempo.
Antes de que el mañana muera,
él también, regresando, atraviesa el salón y viene,
y el tiempo nuevo nos olvida y sigue.
.....
por Javier Marías.
(Fuente: Daniel Freidemberg)
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