TESTAMENTO
Lucharás por la verdad
hasta la muerte.
Eclesiastés 4,28
Te dejo a tí, mis hijos,
lo que heredé.
El techo lloviznoso,
la intemperie aprendida,
signos de sumar y restar en gravoso tumulto.
Reconstruyelos, Tú puedes.
Te dejo a ti, mis hijos,
los laberintos donde se refugian los rencores.
Soy peldaño: me conduelo y me acuso.
Alas de pobre empeño
esforzaron más rumbos que la rosa de los vientos.
Te dejo mis alas.
Trónchalas. Empluma. Vuela.
A ti, mis hijos,
dejo a mejor uso los signos de puntuación,
las hojas que no nacen sin raíces,
el revuelto envoltorio de los intentos.
En él perdura una goma escolar
suave como el pan,
acusatoria como el primer robo de hambre,
redentora como nuestro último remordimiento.
Escribe. Borra. Perdónate.
A ti, mis hijos,
el agua que entendió la sed,
la cadena suntuosa de que doy testimonio.
No te dejo la soledad del mar.
Es bien de todos. Dejo mis remos
y acaso algún jirón
del viento servicial que me asistió.
Que sople en tus caminos.
Te dejo, hijos,
las escasas palabras que aprendí
y mi absoluta fe en el abecedario,
laboriosa, congregadora hechura.
Te lego mi silencio. No lo oigas.
En codicilio,
la final dialéctica de la frente
cayendo hacia la luz
y las leyes de la especie,
inocente, bellísima crueldad.
Resuélvela. Es tu turno.
1
Cuando a los árboles se les vuelan las hojas
y les resta un ramaje desnudo,
no atinan a cómo disimular su desnudez sin gracia.
Las mujeres esquivan los espejos
sinceros y desconsiderados.
A los árboles les vuelve la primavera.
2
Nunca conocerás dónde ingresas cuando duermes.
Es mucho más segura la vigilia
que se mide, se programa, se organiza,
que se cae, que se agota,
que se duerme,
que engañifa a cara descubierta.
3
Voy a dormir, a descansar.
Y se cierran los ojos.
Qué múltiple, repetida inocencia.
Nadie conoce el mapa de su noche.
4
De todos los silencios
uno es el absoluto:
el impensable en que la sangre
no tiene ya qué decirle,
nada más qué decirle,
al cuerpo en el que hablaba.
5
La sílaba “yo”
es el más sustantivo invento
la imaginación.
6
El trampolín en que subes
en que bajas,
el trampolín en que subo
en el que bajo.
Amarrados al péndulo del aire
¿sabremos apresar
el punto escurridizo del encuentro
ansiosos como estamos
de encontrarnos?
(Fuente: Hnderson Espinosa)
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