sábado, 29 de noviembre de 2025

Juan Manuel Roca (Medellín, Colombia, 1946)

 

 

 

 

SELECCIÓN DE POEMAS 

 

De Temporada de Estatuas (2010) 
 
 

POÉTICA 

 

Tras escribir en el papel
La palabra coyote,
Hay que vigilar
Que ese vocablo carnicero
No se apodere de la página,
Que no logre esconderse
Detrás de la palabra jacaranda
A esperar a que pase la palabra liebre
Y destrozarla. Para evitarlo,
Para dar voces de alerta
Al momento en que el coyote
Prepara con sigilo su emboscada,
Algunos viejos maestros
Que conocen
Los conjuros del lenguaje
Aconsejan trazar la palabra cerilla,
Rastrillarla en la palabra piedra
Y prender
La palabra hoguera para alejarlo.
No hay coyote ni chacal,
No hay hiena ni jaguar,
No hay puma ni lobo
Que no huyan cuando el fuego
Conversa con el aire.
 
 
De Biblia de Pobres (2009)
 
 

LAS ENFERMEDADES DEL ALMA

 

Me da luna
Verte cruzar por una esquina
Cuando se enciende el faro de la isla
Y se apagan los barcos del contrabando.
 
Me da rí­o
Ver los muertos en los trenes desbocados
Que viajan hacia el mar de las Antillas.
 
Me da nube
Mirar cómo trepan por el aire
Las calladas catedrales.
 
Me da barca
Cuando cruzas, sonámbula,
Como si empujaras al viento.
 
Me da libro
El tren que parece la cremallera de la noche,
La poderosa maquinaria
Que rebana dos tajos de oscuridad.
 
Me dan buitres
Las noches góticas
Que se pueblan de cirios y cilicios.
 
Me da puerto
Cuando el rí­o sestea al mediodí­a
Entre bosques de pimienta
O bajo los brazos de un samán.
 
Me da Sur,
Mucho Sur, oí­r tu silencio
Que acompasa la música
Con su discreta percusión.
 
Me da aguja
La sombra cimbreante
Que vive cosida a tu belleza.
 
Me da bar
Cuando escucho en la madrugada
El taladro de la lluvia.
 
Me da nieve
El llanto de una niña
Que rompe el silencio del vecindario.
 
Me da cafetal
El nombre de mi paí­s
Pronunciado en el exilio.
 
Me da lunes
Pensar en la molienda
De caña o de maí­z.
 
Me da arcángel
El viento que llena de hojas secas
Los patios de la aurora.
 
Me da nardo
Tu aliento que florece
En la penumbra del cuarto.
 
Me da noche
La tinta derramada por descuido
En el mantel de la tarde.
 
Me da tigre
El paso lento y seguro
De los dí­as.
 
Me da Goya
El rapto de un niño
En una esquina de la noche.
 
Me da África
El remo abandonado
Cubierto de escamas.
 
Me da mar
La bailarina que suelta en el tablado
El oleaje de sus pasos.
 
Me dan cárcava
Las canciones populares
Que silba el vendedor de almejas.
 
Me da hierro, me da Pound,
El ascensor vací­o
Que abre su túnel en la noche.
 
Me da viento
Escuchar de tus labios
La palabra lejaní­a.
 
Me da Amazonas
Y lianas y chapoteos
La palabra humedad.
 
Me dan tren, me dan delta,
Los cantantes de blues,
Su repertorio de sombras.
 
Me da bruma
El paisaje fabril, la bandera del humo
Que oculta una luna amortajada.
 
Me da jaula
El jardí­n amaestrado
Por las manos del Rey.
 
Me da grieta
Saber que soy un sueño,
Un ruido de pisadas en la casona del mundo.
 
 
 
 
De Un violí­n para Chagall (2003)
 
 

TESTAMENTO DEL PINTOR CHINO

 

Cuando el sobrio Emperador
Me conminó a borrar del cuadro una cascada,
-El chapoteo incesante espantaba su sueño-
Como buen cortesano obedecí­
Y esfumé su torrente.
Sin embargo,
Oculté tras el dibujo de un cerezo
Una rana que croa
Y que el anciano Emperador confunde
Con su agitado corazón.
En un biombo de lino me pinté a mí­ mismo
Al momento de dibujar un caballo.
Una noche después
Espanté con el pincel al caballo,
Pues no soportaba sus relinchos.
Pronto borraré mi crepuscular figura del óleo,
-Emperador de mi cuerpo-
Y sabrán que es de la misma materia
La ausencia de un hombre o de un caballo.
 
 
 
Inédito
 

POEMA CON NIÑO Y BALANZA 

 

La pelota que lancé
en la infancia
aún no ha tocado suelo.
Dylan Thomas
Era un niño solitario.
No tení­a quién empujara
Mi columpio.
Me gustaba
Subir al balancí­n del parque
Y como no habí­a ningún niño
Que subiera al otro extremo,
Poní­a en su lugar
Un fardo de piedras.
La sensación
De quedar suspendido
Me agradaba. Lo difí­cil
Era calcular
El peso de las piedras
Para que subieran
Cuando yo bajara
Y bajaran cuando volví­a
A remontar el cielo.
A veces permanecí­a
Largo tiempo suspendido,
Hasta que el vigilante
Quitaba el túmulo de piedras.
Esto explica por qué vivo
No pocas veces en el aire.
 
 
 
(Fuente: Oscar Vicente Conde) 
 

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