jueves, 25 de septiembre de 2025

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949 - 2025)

 

 

de Cierta dureza en la sintaxis

 

La comadreja representa a quienes estuvieron deseosos
de la palabra divina, pero que nada hacen con ella
cuando la han recibido. Y crían en las orejas.
La comadreja representa a quienes quisieron la gracia
y la gracia les fue dada, para nada.
No te muevas si encontrás a la comadreja
en la escalera o en el asiento de un taxi.
Reptará su pensamiento hacia lugares hollados,
porque, segura de la gracia y la palabra,
no se le ocurre qué hacer sino vagar
por donde hubo ciudades que los ejércitos
aplastaron con botas y llenaron de condones.
Más bien continúa construyendo el merecimiento
para que descienda la luz blanca o celeste sobre vos,
cuando realmente te distraigas en tu trabajo de desollar,
carpir, doblar, aventar, guardar o sacudir.
Aunque andes descalzo por los muelles ásperos
de tu propio pensamiento, habrás de distraerte profundamente
para no recibir en vano la amistad del reino,
para no deambular con la comadreja.
 
 

La ciudad y los bárbaros

 

Bajaban a la ciudad desde montañas explosivas, rojas
con barrenos y fósforo y mataban con cuchillos
y tenían olor a bosta, pero reivindicaban sus ojos azules.
Y después de matar robaban a los muertos,
los que a su vez habían bajado de la montaña roja
con barrenos y habían matado a todos con
fósforo y cuchillos y habían robado a los muertos.
Quienes habían bajado de la montaña en medio de explosiones
rojas y habían matado con barrenos y bosta
y habían robado a los muertos.
Todos, en general, reivindicaban sus ojos azules
pero ninguno se enamoró de ninguna mujer ni tuvo descendencia.
El origen de la ciudad se perdía en los tiempos,
pero los desconocidos llegaban siempre
cuando la población estaba a punto de extinguirse.
 
 

La ley de la calle

 

Qué bueno cuando asamos conejos imaginarios
y qué bueno la canoa que recogía
nuestros cuerpos quemados y exhaustos,
y qué bueno disparar un rifle de precisión
imaginario, pero oler pólvora de verdad.

Sin embargo estoy en una ciudad.
Hay una moneda en el fondo de un charco
y una mujer se detiene detrás de mí.
también se reflejan
ciertas nubes.
 
(Fuente: Richard Gwyn) 

 

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