2 poemas de VIKINGO
LAVANDERÍA
Insolventes e intangibles para los imperios de las luces azules,
caminan empujando sus enseres los hijos de las calles.
No los mires, vikingo, esa es la norma.
Infranqueables se apoyan en los muros pintarrajeados,
en los que las mesnadas urbanas han perfilado un territorio.
Huele a hamburguesa de carne cultivada en los sótanos de los garajes alquilados.
El ascensor se ha vuelto a parar en el piso equivocado,
respira, vikingo, llegaremos a tiempo a izar las velas.
Los taburetes metálicos pintados de naranja son iluminados
por las bombillas recicladas de las casas abandonadas.
Son contaminantes, es el plomo.
Tú, no logras entenderlo.
La mujer de jersey lanudo y azulado de fibras tóxicas y orientales,
tocadas por manos pequeñas, devora carne.
No tiene esclavas.
No será enterrada con su barco.
No cultivará en el invierno.
No empuñará la espada.
No caerá su cuerpo sobre el enemigo casi rendido.
No lo arrastrará por la playa.
Ningún rizo le traerá una dicha,
ningún rizoma que enganche con su conocimiento sensible.
La trayectoria circular de las estrellas no sabe de todos estos movimientos terrestres.
Las miramos tras el cristal que complacientemnte detergnado
nos esconde en este purgatorio,
lejos de la {ultima batalla.
No ganamos,
estamos en tierra lavando escudos con l{iquido oxigenante.
Las miramos tras el cristal que complacientemente detergenado
nos esconde en este purgatorio,
lejos de la última batalla.
No ganamos,
estamos en tierra lavando escudos con líquido oxigenante.
(Fuente: Voces del extremo)
Ágata Navalón. Vikingo. El Petit Editor.
(Fuente: Voces del extremo)

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