Junio del 45.
Mi viejo
regresaba
del campo de concentración.
Hacía calor
y mi vieja
lloraba a los gritos.
Mi hermano
desconoció
que ese fantasma
maltrecho,
ese amasijo
de entrañas y cabeza
revueltas
fuera el padre
que le armaba
juguetes de madera
y le convidara
un pedacito de chocolate
para su cumpleaños.
Yo no había nacido
y los extramuros
eran un misterio.
- Inédito -
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