domingo, 28 de septiembre de 2025

Carlos Drummond de Andrade (Brasil, 1902 - 1987)

 

 

 

 

 

RESIDUO

 


De todo quedó un poco.
De mi miedo. De tu asco.
De los gritos entrecortados. De la rosa
quedó un poco.
 
Quedó un poco de luz
atrapada en el sombrero.
En los ojos del rufián
de ternura quedó un poco
(muy poco).
 
Poco quedó de este polvo
del que se cubrió
tu zapato blanco. Quedaron pocas
ropas, pocos velos rotos
poco, poco, muy poco.
 
Pero de todo queda un poco.
Del puente bombardeado,
de dos hojas de hierba,
del atado
—vacío— de cigarros quedó un poco.
 
Porque de todo queda un poco.
Queda un poco de tu mentón
en el mentón de tu hija.
De tu silencio áspero
un poco quedó, un poco
en los muros enojados,
en las hojas, mudas, que suben.
 
Quedó un poco de todo
en el plato de porcelana,
dragón partido, flor blanca,
quedó un poco
de surco en tu frente,
retrato.
 
Si de todo queda un poco,
¿por qué no iba a quedar
un poco de mí? ¿en el tren
que lleva al norte, en el barco,
en los avisos del diario,
un poco de mí en Londres,
un poco de mí en todas partes?
¿En la consonante?
¿En el pozo?
 
Un poco queda oscilando
en la embocadura de los ríos
y los peces no lo evitan,
un poco: no está en los libros.
 
De todo queda un poco.
No mucho: de una canilla
cae esta gota absurda,
mitad sal, mitad alcohol,
salta esta pata de rana,
este vidrio de reloj
partido en mil esperanzas,
este cuello de cisne,
este secreto infantil…
De todo quedó un poco:
de mí; de vos; de Abelardo.
Pelo en mi manga,
de todo quedó un poco;
viento en mis orejas,
eructo simple, gemido
de víscera desconforme,
y minúsculos artefactos:
campanilla, alvéolo, cápsula
de revólver…de aspirina.
De todo quedó un poco.
 
Y de todo queda un poco.
Oh abrí los frascos de loción
y sofocá
el hedor insoportable de la memoria.
 
Pero de todo, qué terrible, queda un poco,
y bajo las olas ritmadas
y bajo las nubes y los vientos
y bajo los puentes y bajo los túneles
y bajo las llamaradas y bajo el sarcasmo
y bajo el gargajo y bajo el vómito
y bajo el sollozo, la cárcel, lo olvidado
y bajo los espectáculos y bajo la muerte escarlata
y bajo las bibliotecas, los asilos, las iglesias triunfantes
y debajo tuyo y bajo tus pies ya duros
y bajo los goznes de la familia y de la clase,
queda siempre un poco de todo.
A veces un botón. A veces un ratón.
 
Versión Sandra Toro
 
(Fuente: Marcela Machado) 

 

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