Nota biográfica
Me llamo Pere y dos apellidos más. Nací anteayer y ya somos pasado mañana. Ahora sólo pienso cómo pasaré el fin de semana.
Historia castrense
Si les hubiera mandado saltar por la ventana, lo habrían hecho casi con alegría, porque confiaban ciegamente en mí. Hasta que un día les ordenó que saltaran por la ventana, y entonces desertaron todos, porque un hombre que ordena cosas así no es de fiar.
Cuestión de trámite
Le dijeron al reo que tenía derecho a una última voluntad, pero él respondió que pasaba, porque no se entenderían.
Obcecación
Entre ir al cielo o quedarse en casa, prefirió esto último, de mal grado por la propaganda contraria, y por el hecho de que en su casa había goteras y muchas y variadas privaciones.
El expreso
Nadie quería decirle a qué hora pasaría el tren. Lo veían tan cargado de maletas que les daba pena explicarle que allí nunca había habido ni vías de tren ni estación
.
El hijo de Venus
Se puede declarar un incendio, una guerra o el contenido de una maleta, pero no un amor. A propósito del amor, todas las declaraciones son indiscretas, incluso ésta
.
De cuando las bestias hablaban
Hay una tendencia excesiva a halagar de las hembras. Se ha hablado mucho de la gallina, y nada de mí, que soy el gallo de los huevos de oro.
El espejo del alma
No nos habíamos visto nunca, en ninguna parte, en ninguna ocasión, pero se parecía tanto a un vecino mío que me saludó cordialmente: él también se había confundido
Reciprocidad
Uno de los grandes enamorados que registra la Historia (aunque de momento no lo parezca), fue Lluís XVI, que perdió la cabeza por Maria Antonieta. Pero tuvo la suerte, en medio de la desgracia, de ser correspondido en la misma medida por su amada.
Falsa modestia
Afirmaba que él era muy sencillo, sin reparar que tenía las complicaciones que tiene todo el mundo, con una anatomía interna compuesta de muchas y muy maravillosas piezas.
Viento gris
La bruja lo maldijo de lejos y sólo lo tocó de paso. Pero fue un paso bastante fuerte, puesto que a partir de entonces arrastró la mitad de él mismo como si arrastrara una ala.
Costumbres otras tierras
Los indios alondra son feos sin excepción, pero muy amistosos y sumamente hospitalarios. Así que te reciben en casa, te ofrecen enseguida su porpia mujer y ellos mismos te preparan la cama. Eso sí: si la mujer no te gusta y la rechazas, te degüellan allí mismo con una piedra de hoguera sin afilar.
Alrededor del pajar
Buscaba en un comercio un buen agujero para mi aguja, pero al final resultó que sólo se lo podía hacer ella misma. Por miedo de despuntarla, la dejé desnuda tal como había venido al mundo.
Copyright
Alguien me hizo y me vendió. Nunca he podido saber quién ha cobrado los derechos, y si he sido un buen o un mal negocio.
Discreción
Lo invitaron a pensar y dijo que no quería molestar, que ya pensaría en casa.
Balance
Cuando estaba a punto de sacar el cubo, le falló una pierna y cayó al pozo. Mientras caía, le pasó aquello tan conocido de ver de un vistazo toda su vida. Y la encontró lisa, igual y monótona (dicho sea entre nosotros), de manera que se tragó el agua de ahogarse con ejemplar resignación.
Las buenas costumbres
El caballo desorientado por un torpe tirón de la brida, dio un salto y el jinete cayó de mala manera. El hombre se rompió una pierna, y el caballo, convencido de que cumplía un deber piadoso, lo remató con una coz en la nuca.
Fin
(Fuente: Henderson Espinosa)
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