Dos poemas

Los poemas seleccionados pertenecen al libro Les isles inciertes (Premio Teodoro Cuesta de Poesía 2017).
EL MINOTAURO DESPIERTO
Tras el nublado gris la umbrosa luz
desvela poco a poco el color
del mundo. Miro y taso y acaricio
la superficie cierta. Apaciguo la inquietud
verdadera y me rasco la cabeza
por el vacío y hondo laberinto
de mi alma.
Despierto
mientras me tiento y me doy a la voz
del instante que pasa y muda en sombra
una luz que entreveo tras el miedo.
Algo que aún no sé este rito nombra.
Algo que aún no sé, algo que mi cuerpo
y cabeza de toro nunca podrán decir
de pronto. Ese algo que prefigura
la ardiente y mortal última palabra.
Algo que olvido. Algo que merezco.
MANZANO, MIRLO, FEBRERO
Aún latiendo en muerte
por la ventana en rejas
contemplo del manzano esas sus ramas.
La lluvia de febrero y sus aires
construyen una trampa minuciosa
donde cae mi mirada
mientras el mirlo sueña
la lombriz bajo tierra.
Absorta en el esfuerzo
de la luz tenebrosa y presentida
la tierra se despierta lentamente
y sueña ser pisadas peregrinas
contra allá, más allá de ese concepto,
más allá de la cóncava existencia
más profunda, en lo hondo y en lo fértil.
También yo, que veo.
También yo que en la piel de los recuerdos
percibo la reseca corteza del manzano,
del mirlo, el salto hambriento,
de febrero, este aire frío y esta lluvia
terca que cae sin parar, consumiendo el día.
Mi hija
absorta en un programa de Mickey Mouse
grita alegre. Recuerdo:
la trampa, el poema.
También en el invierno
hay bastantes motivos para celebraciones.
Una última imagen, como llama
que relumbra en el día y su brevedad: el mirlo
sobre la lombriz salta. Las ramas del manzano
se agitan en el ansia de ser prófuga flor.
Yo miro: soy.
(Fuente: Aire Nuestro)
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