Después de la lectura
cansada de ser poeta me tiro en la cama de Howard Johnson y extraño mi casa, ese país triste y misterioso donde nadie les presta atención a mis palabras, nadie me tiene en mayor o menor consideración que a todo lo que anda parloteando por ahí; los ratones que corren hacia la oscuridad, las hojas que se frotan una contra la otra, las palabras que se tropiezan juntas al intentar subir las largas escaleras, mi casa, mi propio velador barato que puedo apagar haciendo de cuenta que me siento en paz ahí en la oscuridad. mi casa. al fin me hundo en el sueño breve e intermitente del poeta
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
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