Lo amoroso,
aquello elegíaco,
el ojo primitivo
de Hesíodo
y la compilada
metamorfosis
del mito,
y no sólo
el detenimiento
feliz
en las páginas
de Ovidio,
no se pueden
empardar
con mi nunca
refutado amor
por la Economía,
su fuerza física
y abrumadora
a través de los siglos,
el noble anhelo
de sus intenciones,
la reciprocidad
carnal
con el puchero
diario,
cuando lo hay,
el destino del poroto,
y la conveniencia
inigualable
del cuero
para ciertos productos,
etcétera
y así puedo seguir
con esta propensión
que me quita
tiempo y sueño,
y que en realidad
de nada
y para todo sirve.
Esto me ocurrió
desde el día
que mataron
a Anwar el-Sadat,
y yo cursaba
"Desembolsos,
Propiedad Territorial,
la tablita de indexaciones
de Martínez de Hoz
y el vislumbre hipnótico
del dólar, cuando
uno no puede
embolsicarlo"
Ese viernes
no se suspendió
el debate académico
y el presidente
egipcio
nada tuvo que ver,
hecho papilla como estaba.
- Inédito -
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