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los honores de la victoria,
pero la posteridad,
en su gloria paupérrima,
lo erigió
como el que
poco escupe
y mucho eructa,
decidor aburrido
de menuda cosa,
tostada deuda,
no aquello
que cantaron
el ínclito Tirteo
con venablo firme
de a caballo empuñado
que batallando
merece alta cumbre
y sol amarlo pudo,
y aquellos toros invictos
en boca
del poeta
desconocido,
túmulo
olvidado
por tormentas,
infidelidades,
y la miseria
que acata la soberbia
y sus desventuras
inimitables.
- Inédito -
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