Soneto místico
𝘔𝘦𝘵𝘢𝘧í𝘴𝘪𝘤𝘰 𝘦𝘴𝘵á𝘪𝘴. —𝘌𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰.
𝘿𝙞á𝙡𝙤𝙜𝙤 𝙚𝙣𝙩𝙧𝙚 𝘽𝙖𝙗𝙞𝙚𝙘𝙖 𝙮 𝙍𝙤𝙘𝙞𝙣𝙖𝙣𝙩𝙚
Místico, y como.
Místico, y cómo.
¿Cómo? ¿Místico?
Como místico.
Como y mastico.
Mastico, ¿como?
Mastico mística.
Mastico, ¿cómo?
Como mística.
Mastico moco.
¿Místico moco?
¡Cómo místico!
Místico y cómo.
Místico moco.
SONETO SOBRE LA DIFUSA NATURALEZA DE MI ESTRO
No es —cierto— la mía, discursiva
ni directa poesía que encandile
cada luminosa mañana que arda.
Ni siquiera aquella que se apoye
en facilonas, tristes metáforas de
taller de poesía y sucesoras chelas.
No. Acércate a mis libros solo si
no quieres entender nada, como yo.
Acércate si piensas que el discurso
y lo coherente ya fueron en el mundo,
o —al menos— que el sentido dictador
debe ser hecho añicos en cada verso,
en cada palabra, en cada puta unidad
significante; lo agradecerás, obrador.
𝗝𝗚 𝗠𝗮𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗱𝗶𝗰𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘂𝗻 𝗰ó𝗱𝗶𝗴𝗼 𝗱𝗲 𝗯𝗮𝗿𝗿𝗮𝘀 𝗻𝗼 𝗲𝘀 𝗹𝗶𝘁𝗲𝗿𝗮𝘁𝘂𝗿𝗮...
...e inmediatamente me vi agarrado a esos barrotes,
preso de alegría e insolencia, de celebración lingüística.
Allí estaba yo, agazapado pero alacre, esperando
el haz de luz que me revele como un soneto alejandrino
o, al menos, como una de esas graciosas inscripciones
funerarias palatinas… [tal vez el código desate una historia
genuina y enfermiza, o una serie de voces guturales
que desmitifique el viejo sentido agotador y agotado].
El maestro JG Maestro —tonito racional y bien
cuidado de por medio— niega la posibilidad ficcional
a un código de barras; pero yo estoy preso ahora
de esta visión: un animal que los hombres de camisa
cuadriculada no pueden ver: ojos medio locos, vivos,
acechando entre números y barras, a punto de atacar.
(Fuente: Lab De Poesía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario