lunes, 6 de enero de 2025

Montserrat Villar González (España, 1969)

 

BURKALANDIA

 


No nos han cortado las manos ni las piernas

pero nos han sellado la boca y enrejado los ojos.

No nos han violado

pero nos impiden pensar.

Tapian nuestras ventanas y nos encierran

como a fieras en celo.

Nos han dejado sin rostro y sin palabras

y las manos no alcanzan, ya,

para dibujar nuestros sueños.

Controlan el ritmo de nuestra respiración

y nos matan a pedradas si, en algún momento,

liberamos un suspiro.

Nuestros hombres nos abrazan en las noches

con temor al enemigo

y nos consuelan esperando que algún otro ser humano

nos libere de esta lenta agonía.

Ya no duelen las heridas de los latigazos

ni las antiguas luchas internas que manteníamos

en nuestra anterior VIDA, con nosotras mismas.

Ya no hay sol que nos acaricie ni aire que nos aliente.

Ya no hay más, nada más que una agonía

disfrazada por un burka que oculta

la masacre de esta tortura.

Ya nadie nos mira, nadie nos recuerda,

nadie nos observa con dolor.

Sólo somos imágenes intermitentes en cualquier televisión

que ya no causan horror.

Vivir a más de 6000 km de distancia

ensombrece, llegando a borrar, cualquier

ápice de conciencia o suspiro de liberación.

No nos han cortado las manos,

pero sí la posibilidad de escribir.

Los ojos ya no son aptos para aprender nuevas palabras

y las antiguas, se diluyen en estos cerebros oscurecidos

que respiran, a duras penas, ante este silenciado suplicio

que jamás logrará atravesar estas paredes que nos condenan

por el simple hecho, el único hecho, de ser como sus madres,

hermanas, hijas…

 

Ya no, ya no te agarras el vientre cuando escuchas

nuevas noticias que nosotras no quisiéramos protagonizar.

Ya no, ya no dejas de comer, comprar o reír, cuando

nuestra no imagen aparece en tus pantallas.

Ya no, ya no te sangra la mirada.

sólo somos los efectos colaterales

de una lucha que nadie desea impedir,

hay petróleo que puede interesar

en este epicentro a quienes más cerca tenemos.

 

Nuestra sangre es invisible porque no calienta

ni a hogares ni a máquinas que los mantienen

y que sonríen a Occidente como hambrientas hienas.

 

Nos violan, sí, nos violan cada día al impedirnos ser.

Ya no hay metáfora posible en este paralizante silencio.

 

 

Montserrat Villar González

 

(Fuente: Voces del extremo)

 

 

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