CORAZÓN
Le dábamos centeno, no mucho,
lo suficiente para que no se cansase,
le dábamos agua, un dedal,
abríamos la puerta, ligeramente
para que el cielo le golpease el ojo
y fijamos un trozo de espejo en su jaula
para que viese directamente la nube.
Inmóvil permanecía con alas palpitantes.
Así cantaba.
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en "Poesía nórdica", Ediciones de la Torre, Madrid, 1999. Trad. del original sueco, Francisco J. Uriz. La imagen: Solveig Von Schoultz (Parvoo, Finlandia, 1907-Helsinki, Finlandia, 1996 / Minnesrunor).
(Fuente: Jonio González)
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