MUÑECA DE PAN
Por séptima vez la misma ilusión, y dormirá esa carta su sueño aletargado.
Seno del que alimentas tu fantasía de bolsillos rotos.
En el sopor de la siesta involuntaria has soñado tres reyes magos, deliberando si has sido buena, sobre las vigas hollinadas del techo.
Amalgama postiza sus oídos de cristal.
Pequeños soldaditos de plomo, diminutas presencias que pasan por el ojo de la cerradura, y por debajo de la puerta.
La nube ha llorado negro sobre el corazón de tus ojos verdes niña.
Ha besado tu hociquito rosa de pez el vidrio que se alumbra de juguetes a la venta.
Tus zapatitos gastados han anhelado demasiado.
Tu esperanza se va con el pampero leve y dolorosa como una plegaria.
Cobijada en las manos de mamá renuncias a tu muñeca de pan horneado de la merienda.
Muñeca que no puedes bañar, muñeca que no cierra los ojos, muñeca que le nacen gusanos en la lluvia.
Corres, corres pies de alpiste y tu única falda que se sabe la tabla del siete.
Corres imaginando respuestas en tu ternura de ave gris para que no ruede al suelo la lágrima de rocío desdichada.
¡Mamá, mamá! ¡cuando sea grande voy a abrir una juguetería!
Y te comes los brazos de la muñeca crujiente, y los pies, y la inocencia.
Porque los reyes han concluido que eres mala.
Sin prisa sin pausa
Chivilcoy, Buenos Aires, Argentina
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