sábado, 25 de enero de 2025

Santos Domínguez Ramos (Cáceres, España, 1955)

 

ESTELA ÁTICA

 

¿Lo recuerdas, Eurídice?
¿Recuerdas tu vigilia de sangre por la aurora? 
 
Yo había parado el tiempo con la tristeza dulce
de mi lira sin sueño.
Ya habíamos derrotado al veneno, al espasmo
mineral de las rótulas. 
 
Iban quedando atrás las islas del espanto
de un reino tenebroso. 
 
Las fieras nos miraban desde la lejanía
del lago de los muertos.
Por las aves nocturnas
corría el escalofrío de su mirada ausente.
 
Dame la mano. Mira
cómo brilla la noche callada de los ríos,
cómo nada, intocable, la sombra de los peces
por el secreto centro líquido de la luna.
 
Dame la mano, Eurídice, y olvida la serpiente. 
 
Escucha cómo suena
el misterio del viento en las altas estrellas;
oye cómo se afina
en los caballos jóvenes su impaciencia de orgasmos,
cómo crece en la hierba la noche de los lirios,
la noche conmovida en su concierto de agua. 
 
Pon tu mano en mi espalda y déjate guiar
por la música oscura de las constelaciones.
 
No mires todavía. 
 
Ya ha levantado el vuelo el pájaro imposible
que ardía por tus ojos.
Ya se aleja hacia el hielo su llama desolada.
 
No nos separa el aire ni la impaciencia blanca,
nos separan los tiempos distantes del deseo. 
 
En el bajorrelieve tu frente inalcanzable
no volverá a soñar
la noche de los peces.
 
 
 
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(De Las provincias del frío. Algaida. Sevilla, 2006)

 

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