Ya ha sucedido todo dentro de mí:
auroras boreales, eclipses, amores y amoríos.
Ya la noche está sujeta al reloj
por los débiles dientes
del anciano.
cual redoble de tambor
entre las nubes, quizás anuncie
que el corazón está dormido;
dormidos los sueños y las frases
perfectas de aquel filósofo
sin nombre. Y dormidas también
la prisa y la ambición.
En ese exilio sin retorno
que es la muerte, según Horacio,
están amigos y enemigos; están
los perros del pasado,
las alondras que planeaban
en el firmamento obtuso
de la imaginación.
Ya ha sucedido todo dentro de mí:
placeres y sufrimiento, verbos
y vocales, besos y silencio;
ya la noche es sólo una evocación
de algo que transcurre
en el olvido,
igual que la gente que no nos conoció.
Ni conocimos.
Ya el poema se desnudó
en guerra con la vida.
Y nadie supo del vencido
ni del vencedor.
Ya, en la calle, el poeta reza, solo.
***
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