FUNDIDO DE CONCIENCIA
¿Qué echarás más de menos
en la megamazmorra del alba del infinito,
a mi madre o a tu gorra roja?
Ya, no te hacen falta ninguna de las dos,
es lo que tiene estar fuera del mundo
y haber perdido todo interés
por los documentales de bichos
o las películas del oeste.
Pero, ¿en qué orden
se producen las cosas?
¿Qué será lo primero que se pierde,
la inocencia, una bicicleta azul,
una camiseta del Barcelona
o aquel perro que sigue ladrando
en el puente de Brooklyn?
Supongo que es que empiezas a perder
y cuando te quieres dar cuenta
ya estás perdido del todo.
Tal vez por eso tu memoria era prodigiosa,
pensabas que quien recuerda
no puede morir,
porque quien no recuerda nada
es como si ya estuviera muerto,
pero la realidad es que
no todo depende de ti,
solo cuando alguien te observa
tu forma se consolida
y puedes entonces volver a la vida.
¿En qué sueño andarás
pensando que todo lo que vives es real?
¿Chamariz volando sobre los naranjos del huerto de La Carnicera,
rosa amarilla del corral en trencadís de la casa de la Friseta,
mota de polvo iluminada por el proyector del cine Central,
mojarrita del primer sol del verano que se deja llevar hasta la orilla
donde mi madre me sostiene mientras estoy chapoteando en un charco,
niño que vienes de la mano de la tuya para que conozca al anciano que eres,
arcilla, buey pío, grano de sal, aquella hoguera, lluvia sobre el bosque,
carbonilla gris de un tubo de escape?
No, yo te veo de piel roja,
cabalgando a lomos de un caballo aleatorio,
acercándote entre gritos hasta este mundo,
en medio de una gran polvareda,
tirar de las riendas del corcel cuántico,
echarnos un rápido vistazo
y a continuación decirles a tus amigos:
-¡Vámonos, están todos muertos!
Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. La tortuga búlgara, 2024
(Fuente: Voces del extremo)
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