Nadie aprende
a temblar
con la punta del colmillo.
Nadie admira el fruto
nadie de la muerte
y de tantos ahorcados
en alcohol y fenobarbital,
así lechuguinos o machucados.
Puesto de pie
ante la niebla,
de perlas y mendrugos,
de mañanas claras,
rosas de oro
y luctuosas aguas,
oh estimadísimo señor
de hocico y sangre,
dolo y carne,
halcón que se precipita
de pico
y garra en el ojo,
revienta asestado.
- Inédito-
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