Oda vacilante
.
Cuánto tiempo llevo preparándome
para contarte sobre el sistema estelar
en una imagen sólo tal vez, y sólo la esencia.
Pero tú eres vivaz y desbordante en mí,
como ser, y a veces tan, tan cierta y eterna,
como una concha de caracol petrificada.
Una noche bordeada por la luna se mueve sobre mi cabeza,
y zumbando y persiguiendo pequeños sueños volando.
Y todavía no puedo decirte.
Qué significa para mí que cuando trabajo,
siento tu mirada protectora sobre mis manos.
Una analogía no sirve de nada. Aparece
y me deshago de ella.
Y mañana empezaré de nuevo
porque valgo tanto como vale la palabra
en mi poema y porque me emociona
hasta entonces,
hasta que me queden huesos
y algunos mechones de cabello.
Estás cansada y yo también lo siento,
fue un día largo,
Qué más te puedo decir. Los objetos se miran
y eres alabada, suena medio trozo de azúcar
sobre la mesa y gotas de miel
y brilla como una esfera dorada
sobre el mantel,
y suena un vaso de agua vacío.
Está feliz porque crees que está vivo.
Y tal vez tenga tiempo
para decirte cómo es, cuando está esperando que vengas.
La creciente oscuridad del sueño me toca,
se va volando y vuelve a tu frente,
tus ojos somnolientos dicen adios.
Tus cabellos se deshacen, se extienden revoloteando,
y te quedas dormida. Tu larga sombra
se cierne.
Tu mano cae sobre mi almohada,
rama de abedul dormida,
pero también duermo en ti,
no eres un mundo diferente,
y hasta ahora escucho que muchas cosas están cambiando.
Una línea misteriosa, delgada y sabia
en tu palma fría.
.
(1943)
(Fuente: Grover González Gallardo Poesía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario