Hoy
que el carro negro
está rondando la puerta
y por llenarse.
Ayer
en que el cielo
no ardía en cometas y huevadas
que estaban ahí,
superpuestas,
al pedo,
y para curiosidad malsana;
esas cosas o no cosas
que flotaban
sin peso ni razón,
o estaban estampadas
como grabados de libro viejo,
no transportables
ni gananciosas ni alabanciosas;
más allá de lo que vemos
o creemos ver,
demudados y maltrechos,
coléricos,
casi ciegos,
saciados de grasa
en este arroyo polvoriento;
partimos de la tierra
y morimos en el aire,
y no tocamos sino moco
y mierda,
y bebemos al agua del socorro,
este líquido que se escurre
agusanado,
fosforado,
casi baba de espíritu,
embelequero,
cagadita de rata,
a uso y remolque.
- Inédito-
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