ANIMALES DE COSTUMBRES
HAMBRE Y AMOR
I - ANIMAL SIN HAMBRE
Por estos días
decir va a hacer frío
significa hay que cortar leña.
Me preparo, lastimo,
insisto en la hendidura
hasta que la materia ceda,
transformo lo seco
y duro y muerto en necesario.
Las venas de mis manos
me recuerdan a las de mi abuela
a quien su marido
llamaba Picota: herramienta
de trabajo o de tortura.
Un crujido
familiar, de hueso débil
prende en las ramas.
El campo fue el mito
fundacional de la familia.
No había cielo
para los muertos,
sino la llanura donde balaban corderos
antes del sacrifìcio.
Un paraíso
que construyó mi madre
cuando su madre carneaba animales
que no tenían nombre,
no como esa cerda
paridora, que amamantó a los gatos
y por haber aprendido
a obedecer, sobrevivió.
La noche es un pozo
profundo como el hambre
que despierta a mi hija.
Me asomo desde el fondo
a la distancia
recién nacida entre las dos.
Acá está mamá,
digo, como si fuera otra
quien recompone el grito.
Una voz que subleva
la penumbra común
de la necesidad.
Camino
desde la ruta a casa
con el polvo en el cuerpo,
el hambre:
lo que me hermana
con la oveja que pasta
silenciosa y acostumbrada
a mis pasos.
En la ausencia de sentido, terror.
En la palma de la mano,
una plumita.
El gorrión parpadea
entre los dientes de la gata,
que me mira
a mí,
que no tengo cómo
hacerme entender.
Me despierta el olor de la tormenta.
Entre sueños mis pezones crecen
por la humedad, se estiran
hasta despegar mi cuerpo del colchón.
Respiro hondo y son raíces amoratadas.
Alguien dice: se viene el agua
y el viento se ensaña
con las sábanas tendidas.
II - DE TRIPAS, CORAZÓN
Un cardo florece
sin agua, entre espinas
al borde del camino
ignorado por todo:
el púrpura surge entre el polvo
el colectivero hace globos con eí chicle.
Dos nenas juegan
sobre la pared de una casa
a medias construida,
constantemente a punto
de perder el equilibrio,
caer sobre los perros
dormidos a la sombra.
La rueda del molino de agua
es la cadencia
del día movido por la fuerza
sobre un eje vencido.
III -GUARIDAS
La vida es un cuento
contado en la infancia
en la repetición
va cobrando matices.
En el mejor de los sueños
la mesa está servida
y somos los comensales.
¿Eran felices
tus padres?
¿Vos también
hacías barquitos de papel
para que naufragaran
por el agua sucia de la cuneta?
Y está
lo enfermo que incomoda
en la fiesta:
¿Todavía funcionan
tus piernas
hechas para tomar distancia?
En el mejor de los sueños.
El amor, ahora,
es el cartel de neón
de un bar, titilando de día
como esos que tantas veces
dejamos atrás, de la mano
por calles desiertas:
nadie necesita su luz,
pero evocan
lo mejor de la noche.
(Del libro homónimo,
Caleta Olivia, 2025)
Andrea Kópez Kosak
Andrea
López Kosak, Bahía Blanca, Argentina, 1976. Publicó los libros de
poemas “Bailar sola”, Editorial de la Universidad de La Plata, 2005; “La
Tarea”, Manual Ediciones, Chile, 2011; “Le dan hueso”, Cinosargo
Ediciones, Chile, 2012; “Leva”, Editorial Literal, México, 2015;“Indor”,
El ojo del mármol, Argentina, 2015; “Mula blanca”, Caleta Olivia,
Argentina, 2018 ; “El jardín de las licencias”, Prueba de Galera
Editoras, Argentina, 2021; “Animales de costumbres”, Pre-textos, España,
2021, libro ganador del IIIa Premio Internacional de Poesía Juan Rejano
de Puente Genil y “Antología” una breve muestra de distintos libros
publicada por la Editorial Liliputienses, España, 2022. Participó de
distintas antologías en Argentina, Chile y México.
(Fuente: La Biblioteca de Marcelo Leites)

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