SALOMA
para Zaira
Porque el amanecer fue espléndido
a la lóbrega Diana de los bosques
con su luz alba que me sé tan bien.
Y no pude encontrarla. No hizo falta
aquella cuyo nombre en el Infierno es Hécate.
El esplendor a solas se cumplía
a lo largo de un mar gris pizarra sin ondas.
Mas no era yo por fortuna ninguno
de los que ya despiertos prosiguen ensoñados.
Tampoco un cuerdo paladín
que anda detrás del Grial o la Centella.
Hallé, sí, en mi silencio solitario
una voz que encendida circula por mi sangre
y ahuyenta ensimismada todas las pesadillas,
una madre tan íntima como amante, una madre
que me sigue en la conca de la oreja
¡salomando una jiga de marinos! ~
Serie Imagen y Palabra
Fotografía Enrique Hernández-D’Jesús
(Fuente: Enrique Hernández D Jesús
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