sábado, 29 de marzo de 2025

Amy Benoit (EEUU)

 

El lamento de Eva

 

que todo es vanidad
y perseguir el viento lo supimos
enseguida: cada día veíamos
reflejada en el arroyo nuestra  propia
imagen, y repetidas en el otro
rostro idénticas facciones; una brisa
nos refrescaba el cuerpo
a la mañana y por las noches nos brindaba
abrigo. El nuestro era el amor de dos
hermanos,  salvo que en ese entonces no existía
lo que llaman familia: no teníamos padres,
y si teníamos, se habían ido de viaje, en unas
vacaciones  eternas; de volver alguna vez
encontrarían todo igual que antes:
inmaculado el baño; los sillones sin manchas;
convenientemente ocultas las botellas
vacías.  el deseo nunca nos estorbaba: no
por no desear,  sino más bien porque deseábamos
sólo lo que teníamos. ¿y vos, por qué
deseaste de repente otra vanidad
y  otro viento? ¿te aburría la textura
arenosa de la fruta, la persistencia
del conocimiento? que te fuiste,
se sabe. y se borró detrás de vos la puerta
que cruzaste. extrañabas el hambre. ¿ahora
comés, o elegiste ayunar? ¿algo te abriga?
¿alguien? yo, si querés saber, aún
vivo en el deslumbramiento de esta zona
sin puertas: el jardín que me dejaste.
 
 
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib 


No hay comentarios:

Publicar un comentario