(“Sólo su sordera lo amó” *)
Beethoven aprendió a leer los labios
de las estrellas y se emborrachaba
para escuchar el silencio que amaba
de Napoleón y su padre y los sabios
que lo arponearon porque no transaba
con ningún recetario y en su aljaba
todas las flechas eran astrolabios
destinados a cazar la alegría
que nos sigue guiando todavía
a corear la explosión de la invencible
coronación del dolor y el temible
resonar del tronar en la sequía.
Sólo el espanto espanta a lo imposible.
(*) Verso de una milonga de Alfredo Zitarrosa.
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