jueves, 2 de octubre de 2025

Alda Merini (Milán, 1931-2009)

 

 

 

 

 

De Me aniquila 

 

Nadie ha sido capaz como Alda Merini de ahondar en el amor y la pasión desde una visión tan ruda de su anverso: el dolor y la locura, la muerte y el abandono. Considerada una de las últimas poetas místicas, su genio poético la convirtió en una incomprendida que varias veces fue ingresada contra su voluntad en centros psiquiátricos.

En Zenda reproducimos algunos poemas de la selección hecha por Luna Miguel en Me aniquila (Random House).

***

 

Hay un movimiento secreto
al cerrarse el corazón
cuando los ángeles guardan silencio
y ocultan su propia sangre,
porque nadie sabe que el ángel
está hecho de nuestra misma materia.
Nadie sabe que la primera gota
caída de las rodillas de Dios
tenía forma de ángel.

***

 

De este libro surgiste,
ángel de la Anunciación.
Jamás habría pensado
que estas páginas
se transformaran en alas.
Las alas de los ángeles son cálidas,
su pensamiento vive dentro de la noche,
mas tú me hablas
en un espacio que no conozco.
Yo adoro las estrellas y la noche,
pero tú eres el canto de mi amanecer.
No entiendo
y te querría preguntar
si surgiste de mí
o si yo surgí de ti,
y no sabía que la carne
pudiera desaparecer
y dar espacio al pensamiento creador.

***

 

Los ángeles curan las llagas de quien cae
e inconscientemente se lastima por amor
pues el amor, que es la tragedia del hombre,
es también la tragedia divina,
cuando en un ímpetu de violencia
Dios creó no tanto el amor
sino la locura del amor.

***

De salto en salto,
de camino en camino
llego al demonio de la misericordia,
el que me exalta, me amonesta, me aniquila.
Demonio del sacrificio insolente,
ángel sin luz.
Y la tierra que arde en mi boca no es plegaria,
y la boca que arde en mis manos no es tierra.

***

 

Esta noche soñé el amor:
era tierno como vosotros y sin carne,
mas su respiro ha colmado mis noches
de desesperación y canto.
Así es vuestra mano que acaricia a los humildes
y los hace callados como los que aun sufriendo
aún no logran morir.
Pero ¿qué es la muerte
si no un árbol enorme lleno de canto?
Yo soñé un hombre
pero este hombre estaba todo moldeado por Dios.
Una parte de este hombre estaba en vuestra boca.
Y todos los hombres han sido amados y devorados por los ángeles
en su inmenso amor.

***

 

Ángeles,
genios universales del bien,
vosotros arreciáis sobre nosotros
como las mejores nubes de la tierra
y nos dais un lavatorio de lágrimas,
lágrimas que fecundan nuestras manos,
manos en espera del gran juicio.
Mas cuándo se alzará el telón de la vida
y se verá qué máscara usamos
para no mostrar nuestra fe
y con cuántas palabras equivocadas
hemos pavimentado nuestras calles,
ángeles, vosotros separaréis las palabras buenas de las malas,
las palabras inútiles de las llenas de ira
y preservaréis las palabras de paz.
Y basta una palabra de paz
para exaltar el cáliz en que Dios
vertió el néctar de su amargura.
Fuera al menos nuestra la amargura divina,
el llanto innumerable de esta gente
que no sabe redimir su dolor
y que de él se lamenta
como si el dolor fuese un castigo,
cuando es la mejor cópula
con el amor divino.

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Autor: Alda Merini. Título: Me aniquila. Traducción: Jeannette L. Clariond. Editorial: Random House.

 

 

BIO

Alda Merini (Milán, 1931-2009) fue una de las voces más singulares de la poesía italiana del siglo XX. Criada en una familia humilde y marcada desde joven por una sensibilidad excepcional, publicó sus primeros poemas a los quince años, gracias al apoyo del crítico Giacinto Spagnoletti. Su primera obra, La presenza di Orfeo, apareció en 1953 y dio inicio a una trayectoria literaria profundamente ligada a sus vivencias personales, especialmente a su experiencia con la enfermedad mental y los internamientos psiquiátricos, temas que cristalizan en obras como La Terra Santa (1984) o L’altra verità: Diario di una diversa (1986).

Tras años de silencio forzoso, Merini resurge en la década de 1980 con una voz poética aún más intensa, marcada por el dolor, la lucidez y una honda religiosidad. Su obra crece y se diversifica, abarcando poesía, aforismos y prosa autobiográfica. Libros como Vuoto d’amore (1991), La pazza della porta accanto (1995) o Superba è la notte (2000) consolidan su figura como referente literario, y recibe numerosos reconocimientos, como el Premio Librex-Guggenheim «Eugenio Montale» (1993), el Premio Viareggio (1996) o la Orden al Mérito de la República Italiana (2002).

Con un estilo directo, lírico y a menudo oral, Merini convirtió su experiencia límite en arte, dotando a su obra de una intensidad conmovedora. En los últimos años de su vida cultivó una poesía de tono místico, publicando con Frassinelli títulos como Corpo d’amore (2004) o Poema della croce (2005). Fue candidata al Premio Nobel y doctora honoris causa por la Universidad de Mesina. Murió en su ciudad natal dejando un legado poético profundamente humano, desgarrador y visionario.

 

(Fuente: Zenda libros) 

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