viernes, 31 de octubre de 2025

María del Mar Estrella

 

 

PADRE

 

1

No por darme la vida te agradezco
aun con ser la existencia luz tan alta,
ni sólo es tu cariño el que me exalta
a esta pasión de ser con que amanezco.
 
Por la palabra, sí, te pertenezco.
Por este fuego que en mi sangre salta,
porque sombra sería si me falta
la poesía… mar donde amanezco.
 
De tu alma a mi alma hay una recta
de belleza común, de sed perfecta.
Nos unen ya las magias y los cantos.
 
Quien pregunte por mí dará en tu fuente.
Tus orillas encauzan mi presente
y piedra soy del agua de tus llantos.
 
 

2

 

Cuánta dedicación gestó camino
de generosidad bajo tu paso
y cuánta honestidad –callada acaso–
definió tu prestigio de argentino.
 
Lejos siempre del fausto y la arrogancia,
jamás tentado por la humana gloria
en este Buenos Aires sin memoria
trocaste ingratitud en tolerancia.
 
Cuántas generaciones se sostienen
gracias a tu enseñanza de firmeza
y cuántos escritores aún te deben
 
su iniciación en arte y en nobleza.
Pero pocos lo dicen. Pocos tienen
memoria para el hombre y su grandeza.
 
 
 

3. Sonetos a dúo

 

Juntos los diseñamos, trazo a trazo
los dibujamos en la piel del aire
para que allí quedaran, suspendidos
en una comunión inalterada.
 
Payadores absortos que, del brazo
y por la calle, sin hacer desaire
enhebraron sonetos compartidos.
¡A dónde irán en luz decapitada!
 
Hoy me buscan, tal vez desorientados
como tanteando en la oquedad ceniza.
He perdido sus voces… (¡ay, cómo eran!).
 
Debajo de mis párpados sellados
crisálidas de lágrimas nodrizas
dialogando nostalgias, perseveran.
 
Tu hija María del Mar
 

(Fuente: Pablo Anadón) 

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