
D10S
por las calles de Nápoles
sin que nadie le hubiera prevenido:
mirá que el podio
roza la luna verde de los locos
y un día vas a plantar un acoplado
junto a la puerta
de la querida de un mafioso
como en una vereda de Fiorito.
Hay un hilo invisible
de la fortuna al daño,
es el pase perfecto
que termina estrellándose
en la nuca de dios.
De pecho iba dejándola bajar
como a su propio nido;
el sol de media tarde
peinaba el pasto del potrero
y solo en el final
todavía sabía de qué barro
puede tocarse el cuero
sin mancharla.
Un viento blanco, lástima
empujó, de puro atropellado.
¡Sabés, viejita, qué jugador hubiera sido!
(inédito)
No hay comentarios:
Publicar un comentario