Su Excelencia,
ese horizonte
que se adentra
en la franja oscura
del sol
y los faldones
de las lomadas,
y esas viñas
que suben y bajan
entre los arenales
y las masas tonales
prolongadas
en el silencio
y la paciencia,
ésas,
y muerden las bocas
de las uvas maduras,
y entusiasman el sangrado,
y las muerden
amorosamente
crueles,
y esa orilla del desierto
casi mística
y averiada,
y Héctor Giuliano
atado
como mula vieja
al carruaje
de la desvictoria
y al que hace miedo
con esa criatura,
escara que no cicatriza,
ni sombra,
ni patitas para
que os quiero,
tragando polvo
y yeso,
gallo devenido piojo.
- Inédito -
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