3 poemas de EL ÁSPERO DOLOR DE LA ESPERANZA
Quizá la mejor manera
de vernos reflejados no sea
mirarnos en un espejo sino
en la hoja de un árbol,
en los ojos de los animales,
en las manos
de quienes nos rodean.
**
Merodean por los saltos del corazón
expertos fontaneros,
barnizadores de jaulas,
que saben cómo reconducirnos la cólera.
Ellos diseñaron los mapas
que la desembocan en quien respira
dos centímetros más abajo,
en quien se apretuja con nosotros
en la estrechez del camino,
en el que se queda fuera
de las líneas que ya antes edificaron.
La llevan por tubos luminosos
que evitan las curvas y las encrucijadas.
La bombean para que parezca que deja atrás
el horario, el hueco del colchón y el ruido de la despensa.
Pero sabemos bien del embrujo venenoso de su abecedario
y nos sigue provocando llagas pronunciarlo.
Esta furia, que boquea
desde el desconcierto y el miedo,
aguijoneada por la frustración
pero también por el amor.
Esta ira, que tiene médula
indomable porque de las ampollas
y de las sonrisas raídas parte.
Esta rabia, que puede
agujerear sus conductos,
disolver sus atlas.
Esta,
con la que lograremos
quemar las cuerdas
que nos apresan los sueños,
que nos enguantan las manos,
que nos dirigen los ojos
lejos del abrazo.
**
Recomponer
lo que una vez estuvo unido;
ese abrazo
ensartado hoy por un alfileteo de grietas,
ese abrazo entre nosotras,
aquel con el entorno,
el que nos funde con el oxígeno
y las acacias y las liebres,
ese abrazo, ahora estrangulado por fronteras
y soberbia, que construye
una geometría donde nadie
puede quedarse atrás.
Recomponerlo,
no como meta
sino como única posibilidad de existencia.
Alberto García-Teresa. El áspero dolor de la esperanza. Lastura Ed. 2025
(Fuente: Voces del extremo)

No hay comentarios:
Publicar un comentario