Ósip Mandelstam - Tristia

 

 

 

Estudié la ciencia de la despedida

en las calvas quejas de la noche.

Rumian los bueyes y la espera se alarga,

la última hora de las vigilias de la ciudad.

Sigo el rito de esta noche del gallo,

cuando, tras llevar una penosa carga,

los ojos llorosos miraron a lo lejos,

y lágrimas de mujer se mezclaron con el canto de las musas.

¿Quién puede saber al oír la palabra «despedida»

qué separación nos aguarda?

¿Qué nos anuncia el canto del gallo

cuando la llama arde en la Acrópolis?

Y en la aurora de una nueva vida,

cuando en el zaguán perezosamente rumia el buey,

¿por qué el gallo, heraldo de la nueva vida,

en la muralla de la ciudad agita sus alas?

Y yo amo el hilo de la costumbre

se desliza la canoa, susurra el huso.

Mira: a nuestro encuentro, como pluma de cisne

vuela, ya, descalza, Delia.

¡Oh, mísera trama de nuestra vida,

donde es tan pobre el lenguaje de la alegría!

Todo pasó antes, todo se repetirá de nuevo.

Y solo nos es dulce el instante del reconocimiento.

Que así sea: una figura transparente

yace inmaculada en el plato,

como la piel tersa de una ardilla.

Una muchacha, inclinada hacia la cera, la contempla.

No nos toca adivinar la suerte del Érebo.

Para las mujeres es cera lo que para los hombres cobre.

A nosotros solo en las batallas nos habla el destino,

y a ellas, les es dado morir leyendo el futuro.

1918


De Tristia (1916-1921)

Traducción: Jesús García Gabaldón

 

(Fuente: Biblioteca Ignoria)