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"Profiérase nodriza
con sibilancias y estertores,
Maryam, Mitra, otras.
Quiénes residuales,
no sé la garra demencial
del haya habido bastante;
nave nodriza,
nodriza burla,
museos tetones
que deben ser erradicados,
farsa,
altos mazacotes de mármol
y firuletes,
bufonada,
sainete,
el Louvre,
la calleja de las cuevas
dinerarias en Siracusa,
los sarcófagos,
las rosas que se apagan insolentes,
los buscadores
de historias máximas y mínimas,
que ya no las hay,
el monstruoso grumo
de libros y papers
que no son más que celulosa reciclable,
el agobio
que pesa más que la luna.
Yo, Licurgo espartano,
yo, la ley infracturable:
fuera los poetas y músicos
que confunden,
nodriza,
sí, no,
plumaje y duda,
sí,
las siete maravillas
del vivir y el morir,
del defecar y el cardamomo,
miseria inficionante,
infiernos abiertos
al destino aciago
de los venideros
y acechantes zombies,
la tradición-madre,
la nodriza total
y en pedazos y células,
la nodriza noria
ofrecida de pubis y axilas
a príncipes y creyentes,
los matices divisibles,
nodriza
que palpa y culpa;
madre no,
esa rea de piel amarillenta,
morfinoide coloración,
madre- retorno.
Gargajéese
el paraíso/ artificio
de la Pitia,
la curandera que habla
con lengua extirpada,
el belfo grato del camello.
Sí,
con mis ojos,
no de otros,
no esta
burda diversidad
estática-aeroespacial.
Madres,
nodrizas,
islas voraces."
En las hondonadas
que llaman la garúa del Egeo,
ese realce moribundo
tan abstracto que no cabe
en papel o idea.
- Inédito -
De "La gracia roma"
En preparación.
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