La que tira las cartas es mi madre,
no me gusta, pero cuando sus ojos
se transforman en corales
me arrastra al mar en el que se hunde
mantiene un fluido diálogo con ellas
y apacigua mis parquedades cuando me dice
que con sus dioses ocultos
puede ayudar, “ad honorem”
“es como la política” le digo
si no sabes perfilar el naipe acorde a la cara del cliente
es preferible no decir la verdad
aunque la veas
pero se rinde a la voz de los espíritus y
se empeña en decir fiel lo que ve:
esa greda mordida por los náufragos
las espadas atravesando los cuerpos
la misericordia chorreando en las esclusas
y eso ya es mamá
trabajo insalubre
los augures fueron el origen del mundo me dice,
y las profecías el fin, le contesto
pero como la quiero así,
en el árbol del imaginario y su desdén, le hago “prometer”
como en la política
dos cosas:
que mienta
y que cobre
no son tiempos de regalar visiones,
menos si son verdaderas,
mucho menos
si se cumplen.
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