
OTOÑO
Dejé a mis familiares dispersarse,
se dispersaron hace tiempo, y todo
en la Naturaleza y en mi alma
tiene la misma soledad de siempre.
Estoy contigo aquí, en esta cabaña,
juntos los dos en el desierto bosque.
E igual que en la canción, a estos senderos
casi del todo los borró la hierba.
Ahora a nosotros solos nos contempla
entristecida la pared de troncos.
No prometimos realizar hazañas
y hemos de perecer sinceramente.
Desde la una hasta las tres sentados,
yo con un libro y tú con tus encajes.
Y al alba ya ni nos daremos cuenta
de que hemos ya dejado de besarnos.
Más lejanas y más desenfrenadas,
susurrad, hojas, sacudíos, hojas,
haced que de agonía se desborde
la copa de amargura del pasado.
Afecto y atractivo, encanto y gracia.
Que setiembre nos cubra y sus rumores.
Súmete en los susurros del otoño.
Desfallece, o bien pierde la cabeza.
Te despojas de todos tus vestidos
como de hojas el bosque se desprende,
cuando vas a caer en el abrazo
con esta bata de sedosos flecos.
Tú eres el bien de un paso que es funesto
cuando, aún más que un mal, vivir da náusea.
La audacia es la raíz de la belleza
y es lo que nos atrae el uno al otro.
(Traducción: Fernando Gutiérrez, español)
Poesías de Yuri Jivago
En: El doctor Jivago (1957)
Barcelona: Ediciones Orbis, 1983, pp. 431-432
(Fuente: Óscar Limache)
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