
Anna Imroth
Crúcenle las manos sobre el pecho: así. Enderécenle un poco más las piernas: así. Y llamen al coche para que se la lleve a casa. Su madre va a llorar un poco, igual que sus
hermanas y sus hermanos. Pero todas las demás pudieron bajar y están
a salvo y ella es la única de las chicas de la
fábrica que tuvo mala suerte con el salto cuando
empezó el incendio. Es la voluntad de Dios y la falta de escaleras
de incendios.
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg Dib
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