domingo, 25 de mayo de 2025

Carlos López Degregori (Lima. Perú, 1952)

 


¿Dónde quedarse? ¿A qué lugar pertenecer? La poesía cual peregrinaje a los recovecos de la memoria. En el nuevo poemario de Carlos López Degregori  (Lima, 1952) se despliegan elementos de distinta naturaleza como una forma de aventurar una respuesta a las dos preguntas iniciales: personajes históricos, locaciones deslumbrantes, autores de obras inmensas, mística oriental. Un asombroso mapa que sirve para hallarse y perderse a la vez. Aquí a continuación, una selección de tres poemas:

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UN DURAZNO EN LAS TERMAS

Llegas con una jarra y humedeces mi frente pecho sexo las plantas abismales de los pies. Ah, extraña, venida de la extrañeza más grande. Ah, bañadora de los baños que limpian mi asfixia. Ah, agricultora.

Riegas con el agua de tu jarra el jardín de mi piel y brotan rosas anómalas. Humedeces los pliegues, las imperfecciones. Conviertes cada lunar en ceniza venidera.

El sol de la tarde es un durazno. Extiendes tu mano y lo arrancas del cielo. Extraña fruta que se parece a mis versos. Muerdo la codicia y el jugo de su carne hasta que solo queda en mi boca la dureza pulida del carozo: es el óbolo que me entregas para alcanzar la Luz o la Oscuridad.

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PIAZZA DI SPAGNA

En la imagen aparece una sombra que puede ser la mía

Es la Piazza di Spagna en el año de 1990:

los escalones son los dientes del verano

y se recortan los ángulos de la casa de Keats y Shelley

Vine a cerrar mi peregrinaje

a que su Romanticismo compense la debilidad del mío

Han pasado 35 años y regreso:

trato de proyectar la misma sombra

ahora anciana

El tiempo es un carrete

en los dedos temblorosos de un fotógrafo

la juventud un lugar posible y allí retorno

Roma estridente

Roma de la fotografía en la que se alarga mi sombra

como una proyección que me lleva al pasado o al futuro

La Piazza di Spagna en perturbado contraluz:

mi peregrinaje a un lugar imposible

que anhelo como posible

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VELLOCINOS  | 5

Una fila de Vellocinos atraviesa la Tierra. La constelación de Aries los orienta. Vuelan llenos de servidumbres corporales, temporales: bulbos que golpean como cráneos en las planicies transparentes. Tu piel cae en rodajas moradas.La lámina de acero contra la muñeca es una sonrisa, la prolongación de una Cebolla teatral, la muerte elegida que marcha deprisa o se detiene. Nada de lo que fui llegará a ustedes: apenas la risa, la insolencia victoriosa.

Un afilador sube por la calle y crece en sus notas sucesivas el arco de su silbato.

El cuchillo ya no puede cortar más Cebollas.

Deberías afilarlo.

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(Fuente: elhablador.com)

 

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