Si escribo
"pulpa de genitales",
por eso del verdugo
y su apasionada vesanía,
Maeterlinck
hubiera vibrado
con un mar
de simbolismos
en destino sinuoso;
Rilke
resbalaría,
desgarrados pulmones,
lo que sube y desciende,
y la comunión
amorosa y la custodia
del yo en la boca de las cosas
y su despótica malherida,
y así.
La noche presagia
obsesiones,
bien y mal
extinguidas virtudes,
Protágoras en vilo,
más acá del sol
y su horizonte
azul negruzco.
-Inédito-
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