Comí mis garbanzos
aceitados de oliva,
bebí el vino de la concordia,
menstrué rigores,
oriné horrores,
adiviné la borra alquitranada,
recordé la mudanza
y el devenir de puercos
y cizañas,
consulté
los giros y epiciclos
mononucleares
de la Cruz del Sur,
Orión,
la Osa Más Mayor
y otras estrellas
que no tengo la menor calabaza
como se llaman;
y aquí la ando,
desgraciado por enconosa espina
y terrazón en el pecho.
Sepan disculpar,
si algo olvidé
que olvidara Zenón,
el parmenio de Elea.
- Inédito-
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