LA CONSECUENCIA
Esto es un árbol. La raíz dice raíz,
rama cada rama, y en la copa
está la sala de recibo
de un mirlo que habla.
La mesa donde escribo
—una fiesta de solteras—
está hecha de madera de ese árbol
convertida por el uso y por el tiempo
en la palabra mesa.
Es porque da frutos que caen
y por el gremio perenne de sus hojas
que se renueva el árbol
y que existe la palabra árbol:
aunque a veces el bosque
lo oculte a la vista, lo contiene
el árbol en la palabra árbol.
Y no es que éste sea un poema abstracto.
Es que las palabras se repiten entre sí
por el sentido: son solteras y sociables
y de sus raíces crece un árbol.
…
RETRATO TERMINADO
The art of losing isn’t hard to master.
Elizabeth Bishop
Es una manera de decir
quiero quedarme sin palabras,
perder sin comentarios.
Hasta cuándo voy a hablar
de lo que ya no está.
De la que ya no está
viéndome escribir de ella.
¡Y con esos ojos!
También yo de noche los abro
y miro el silencio
en la oscuridad
donde el retrato termina
sin que lo alcance a ver
y pienso
y pienso
y pienso
en temas como vos
que no parecen tener
vencimiento,
en tu deseo de llegar a casa:
con la llave preparada,
aferrada a la puerta del taxi,
te dejabas caer en tu puerta
casi con la voluntad incierta
de una hoja en otoño,
esa clase de vencimiento,
y esos ojos más bien dorados
de los que decías en las descripciones
ojos verdes. Para mirar
cada ocasión con buenos ojos
que no me miran más,
aunque los recuerde.
Y ahora
quiero quedarme
sin palabras. Saber perder
lo que se pierde.
O eso parece.
Parece que las dos
nos hemos quedado sin madre:
yo sin vos
vos sin ella,
y sucesivamente,
como eslabones perdidos
y encontrados por un rato
con los padres,
pero ésa es otra historia
que está mejor contada
en la foto de casamiento
para la que palabras
nunca tuve,
como si fuera anticipo
de mi propio vencimiento.
De los padres decías que el tuyo
tenía ojos verdes,
como vos, tu nieto Juan,
y nadie los tenía del todo
aunque merecían tenerlos:
tu manera
de embellecer el retrato
era tu manera de verlo.
De ella decías en cambio
desde su muerte no fui la misma,
y ésa sería tal vez tu manera
de no terminar el retrato.
La palabra no.
Lo mismo digo yo.
Aunque también se diría una ocasión
más bien vulgar: en general,
todos nos quedamos sin ella,
y esa ausencia de luz parece
descansar los ojos
sin vaciarlos. Los anima,
o los vuelve hacia la oscuridad,
que es donde el retrato termina.
Dijo mi padre de la suya:
nací con ella y ahora
voy a tener que morirme
solo. Y después
lo hizo.
Dijo mi maestro de la suya:
me pasé toda la vida para tener
la letra de mamá. Y después
la tuvo.
Era un dolor perfecto:
hablando de ella,
hablaban de sí mismos.
O eso parece.
Parece que perder
no es un arte difícil:
los muertos de verdad de uno
son víctimas amadas de los vivos.
De lo que cada uno dijo.
…
EL TIEMPO – DOMINGO 21
Les hablo a los sentidos. Sé
que no tengo razón y a veces no salva
el gusto, Lengua, por las palabras.
Soy una sílaba impuesta
sobre el Sentido del Mundo.
Una preposición mínima.
Sobrepuesta, contrapuesta,
una Apuesta del Ser apósita
del Verbo.
Hablo con los sentidos. Hay matices
levísimos que cambian el sabor total
del alimento, o totalmente
el sabor del alimento.
Y el gusto de la cocinera
es sólo una conjetura,
una rosa
que es una rosa construida con un tomate
es una rosa
metáfora para las papilas,
primero para las pupilas.
El alimento de tu alimento,
Lengua, es tu alimento.
La inspiración necesaria
También la hormiga que cruza la ventana
lo respira. Y el helecho del balcón lo hace,
sitiado por hormigas que respiran.
Se respira por experiencia.
Aunque la primera inspiración
haya sido inducida, involuntaria,
no recordada, yo, ustedes, nosotros, nadie
estaba en trance. Inspiramos para expirar,
como el orden de la sintaxis, se quiera o no,
porque la vida va en ese sentido. Sustantivo,
adjetivo, artículo del verbo respirar,
y el pronombre sujeto a la inspiración
o el objeto de ella.
Si te inspiro soy tu musa
y poeta si me inspiro a mí misma.
Los pronombres se llenan
del significado del momento
y todos vamos de aquí para allá.
Ella, la hormiga;
el helecho, él;
yo sujeto de la enunciación
que rara vez conjugo el verbo
nacer en primera persona del presente.
Ya lo hice y ahora respiro.
(Fuente: La Parada Poética)
No hay comentarios:
Publicar un comentario